Por la presión en las calles

Netanyahu trata de ganar tiempo y pospone la reforma judicial de Israel

La sociedad israelí se vuelca en una huelga general que ha paralizado gran parte de la economía del país y ha forzado a la clase política a tomar decisiones

Protesta contra el Gobierno de Israel por la reforma judicial, este lunes en el exterior del Parlamento en Jerusalén.

Protesta contra el Gobierno de Israel por la reforma judicial, este lunes en el exterior del Parlamento en Jerusalén. / AHMAD GHARABLI / AFP

Andrea López-Tomàs

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Las calles de Israel se apuntan medio tanto. El primer ministro, Binyamín Netanyahu, ha anunciado su intención de posponer su polémica reforma judicial. Las decenas de horas bloqueando carreteras, la tensa madrugada en las principales ciudades y un movimiento civil sin precedentes han conseguido su objetivo de detener, por ahora, una revisión del poder judicial que acabaría con su independencia. Tras el cese del ministro de Defensa por pedir al líder israelí que detuviera la legislación propuesta, la situación ha alcanzado tal punto de ebullición este lunes que ha forzado a Netanyahu a apretar el botón de pausa. Así el primer ministro, implicado en juicios por corrupción, gana tiempo al situar el debate a la vuelta de las vacaciones de Pascua, que duran un mes y empiezan la semana que viene.

Netanyahu ha dicho que ordena un "tiempo de descanso" de la controvertida legislación hasta después del receso en la Kneset para "dar una oportunidad para un diálogo real". "Una cosa que no estoy dispuesto a aceptar, porque hay una minoría de extremistas que están dispuestos a destrozar nuestro país, es escoltarnos en la [amenaza de] guerra civil y pedir que se rechace el servicio militar, lo cual es un crimen terrible", ha afirmado el primer ministro después de una noche de protestas masivas y una huelga general sin precedentes. Durante la jornada, también se han movilizado miles de partidarios de la reforma judicial bajo el argumento de que les "han robado las elecciones". Grupos ultraderechistas han hecho un llamamiento a tomar las armas –"tractores, pistolas, cuchillos"– y atacar a los opositores al Gobierno. Ante los "temores significativos" de ataques de extrema derecha del servicio de inteligencia del Shin Bet, la policía ha enviado fuerzas adicionales a las protestas.

Este lunes, el mayor sindicato de Israel, que representa a 800.000 trabajadores, ha realizado una nueva demostración de fuerza con una nueva huelga general. A ella se han sumado una amplitud de sectores, desde el educativo hasta el sanitario, pasando por el empresarial y el bancario. Durante la jornada del lunes, el aeropuerto de Ben Gurion se ha mantenido cerrado y se han cancelado todos los vuelos salientes del país. "No tenemos miedo", han clamado miles de manifestantes en la negra noche del domingo. Después de que Netanyahu despidiera a su ministro de Defensa, Yovi Gallant, los israelís cortaron las principales autopistas del país y se reunieron frente a la casa del primer ministro y de la Kneset, ondeando banderas y encendiendo hogueras. De nuevo, la policía usó cañones de agua para dispersarlos. 

Antes de la declaración de Netanyahu, otros agentes estatales han decidido pedir la congelación de la reforma judicial de la que hace unas horas eran partidarios. El presidente de la Agencia Judía, Doron Almog, se ha unido a este coro de personalidades prominentes. Tras reclamarle que no cediera a la "anarquía" de los manifestantes, el líder de Sionismo Religioso y ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, ha acordado con Netanyahu la suspensión de la revisión legal. Con él, todos los partidos ultraortodoxos se han puesto de acuerdo. Finalmente, ha sido el polémico ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, y líder del partido Poder Judío quién ha cedido y ha dado la noticia.

En un comunicado de la formación de extrema derecha, han anunciado que Netanyahu retrasaba el proceso de debate sobre la controvertida reforma judicial planificada hasta el próximo mes. "Acepté eliminar el veto para el aplazamiento de la legislación, a cambio del compromiso del primer ministro de que la legislación será llevada a la Knesset para su aprobación en la próxima sesión, si no se alcanzan acuerdos durante el receso", ha dicho Ben Gvir en el comunicado. El incendiario ministro de Seguridad Nacional quiere crear una guardia nacional bajo el mando de su ministerio. La semana pasada le dijo a Netanyahu que tiene la intención de votar en contra del presupuesto del Estado si no incluye fondos para establecerla.

"Profunda ansiedad"

De esta forma, el líder de Israel gana un poco de tiempo, ya que la semana que viene la Kneset entrará en receso por la festividad del Pesaj, la Pascua judía. Aún así, cientos de miles de personas llevan semanas congregándose en las calles, incluido este lunes. Por lo tanto, no será fácil convencerles de que esta es una buena solución. A primera hora de la mañana, el presidente israelí, Isaac Herzog, ha expresado su alarma ante la situación. "Esta noche vimos algunas escenas muy difíciles", ha afirmado en un raro comunicado. "Una profunda ansiedad se apodera de la gente; la seguridad, la economía, la sociedad, todo está amenazado, los ojos de todo el pueblo de Israel están vueltos hacia ti", ha instado a la coalición tras pedirle que detenga la reforma judicial.

Israel sufre, desde la llegada al poder del Ejecutivo más ultraderechista de su historia, una de las peores crisis domésticas de su existencia. La polémica reforma judicial ha polarizado aún más a la sociedad, dividida entre aquellos que la consideran necesaria porque creen que los tribunales gozan de demasiado poder y los que la rechazan por verla como una amenaza a su sistema democrático y a los derechos civiles que les protegen. Durante las últimas semanas, esta tensión se ha trasladado a la Kneset, el Parlamento israelí. Allí, Netanyahu y sus aliados han intentado aprobar el máximo de leyes para limitar al poder judicial antes de las vacaciones ante una feroz oposición aupada por las calles. Pero aún queda una semana para las vacaciones, así que los días venideros serán claves para el futuro de Israel como estado democrático.