Defunción en Moscú
De 'Gorby' a Putin: la transición abortada en Rusia
Cuestionario: ¿Cuánto sabes de Gorbachov?
La fe ciega en la privatización y la falta de conciencia ciudadana sobre las libertades dificultaron y a la postre impidieron la democratización del país
Marc Marginedas
Periodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
Casi tres décadas separan el 31 de agosto de 1994, fecha en que los últimos soldados rusos abandonaron el territorio de la ya extinta Alemania Oriental después de que Mijaíl Gorbachov se negara a reprimir manu militari la caída del muro de Berlín y la reunificación de Alemania, y el 24 de febrero de 2022, día en que el presidente Vladímir Putin ordenó a su Ejército irrumpir en Ucrania, el país vecino ya convertido en un estado independiente, para colocar allí a un Gobierno afín. En este lapso de tiempo, los sucesivos líderes al frente del Kremlin han dado la vuelta como un calcetín a la política del país, tanto en el ámbito doméstico como en el exterior, transitando de un país inmerso en un proceso de apertura y con alergia a emplear la fuerza para resolver sus cuitas exteriores a un estado marcadamente totalitario y capaz de lanzar una invasión terrestre en toda regla contra otro Estado, un hecho no visto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Cuando una nación experimenta semejantes cambios tan radicales en un periodo histórico relativamente corto, cuando los valores que guían a una misma sociedad y a sus élites resultan tan contradictorios entre sí, la pregunta es casi inevitable: ¿Qué es lo que ha ido mal en Rusia? ¿Por qué la transición que la URSS/Rusia inició en los años 80 fracasó y finalmente fue abortada con la llegada de Vladímir Putin al poder en 1999?
Carmen Claudín, investigadora principal del Centro de Barcelona para los Asuntos Internacionales (CIDOB), es reacia a calificar de "transición" los procesos políticos vividos en los últimos años de existencia de la URSS y el arranque de la Federación Rusa como estado independiente. Pero sí identifica una "fe excesiva e inocente" en la capacidad transformadora de la economía de mercado por parte de los intelectuales y dirigentes que en los años 80 y 90 llevaron el peso de las reformas. (Yegor) "Gaidar y demás pensadores creyeron que privatizando y aplicando la economía de mercado los cambios democráticos vendrían solos; no se dieron cuenta de que en democracia, las instituciones también son muy importantes", destaca a EL PERIÓDICO en conversación telefónica. Si las instituciones siguen siendo en esencia las mismas y funcionan de la misma manera, "todo depende de las personas al frente de las mismas y de su eventual voluntad" para que las reformas y los cambios se materialicen y desarrollen, continúa.
Justicia sin reformar
Como ejemplo, cita entre otros a la justicia, un ámbito que no ha sido reformado desde los tiempos soviéticos, propiciando abusos en cuanto llegó al poder un jefe del Estado con voluntad represora para acallar voces disidentes como Putin. "Sin justicia independiente, sin transparencia no hay democracia", enfatiza. De hecho, la falta de independencia de jueces y magistrados ha permitido que en la Rusia actual, se persiga y encarcele en los últimos años con acusaciones fabricadas o falsas a opositores o periodistas críticos, una reminiscencia de los juicios-farsa que se celebraban contra disidentes en la URSS, según han denunciado oenegés de derechos humanos.
Otro de los elementos que ha permitido a un presidente abiertamente alérgico a la democracia como Putin revertir la dirección aperturista en la que caminaba Rusia es el concepto de la libertad como "una concesión del poder", no como un derecho o avance que pertenece a la ciudadanía y por el que hay que luchar y mantenerse alerta para garantizar su pervivencia. "El proceso de cambio vino dado desde arriba, no fue resultado de una movilización desde abajo", recuerda Claudín, lo que facilitó enormemente la tarea a las autoridades cuando éstas decidieron dar marcha atrás.
Por encima de todo, planea el "choque psicológico" y la sensación de inseguridad que se extendió entre la ciudadanía debido a los cambios. "Lo que ha vivido el país desde los años 80 no ha sido un mero cambio de Gobierno, ni siquiera un cambio de régimen", explica Claudín. Se trata de un "cambio de sistema", similar al vivido en el país tras la revolución bolchevique, continúa. "Más que las privaciones económicas que se produjeron entonces, muy similares a las existentes durante la era soviética, lo que impactó e inquietó a los ciudadanos era la desaparición de las certezas y garantías que les concedía el Estado bajo la URSS", concluye la investigadora.
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