Miles de argentinos volvieron a las calles a pedirle al Gobierno medidas para frenar la pobreza
Una multitud se movilizó en medio de una situación agravada por la inflación y la pérdida de valor de la moneda
La protesta de este jueves es el comienzo de un ciclo de conflictividad social que erosiona más el poder presidencial
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Una multitud volvió a pedirle al Gobierno peronista en las calles que no cargue sobre las espaldas de los sectores más desprotegidos los costos de la crisis económica y financiera. La Argentina se acerca a una situación volcánica. La inflación acumulada en la primera mitad del año es de 36,2%, la más alta desde 1991. Cada punto que sube el costo de la vida, a caballo de la devaluación de un peso que en lo que va de julio perdió el 25% de su valor respecto del dólar, agudiza los problemas de un país con 40% de pobres, según la última y desactualizada medición. Las miles de mujeres y hombres que llegaron a la Plaza de Mayo, frente a la sede presidencial, recordaron a los gritos que ya no pueden esperar más. "Nosotros estamos empezando un plan de lucha. Con mucho dolor, porque hicimos mucho para que se vaya el Gobierno de Mauricio Macri (derechas) en 2019. Creíamos en Alberto Fernández, pero nos está decepcionando. Le pedimos que reacciones. Se terminó la discusión", dijo Juan Grabois, un dirigente social cercano al papa Francisco.
El movimiento social argentino es muy heterogéneo. Hay sectores claramente de izquierdas y otros más identificados con el peronismo. La calle los ha juntado a la mayoría. Solo los más cercanos al presidente han decidido por ahora no movilizarse. Pero el tiempo apremia para todos. La protesta de este martes es apenas el primero de los capítulos de un invierno que se anuncia como conflictivo. De hecho, las centrales obreras, en especial la muy moderada Confederación General del Trabajo (CGT), decidieron también protestar el próximo 17 de agosto.
El malestar se activó con fuerza días atrás cuando Silvina Batakis, la nueva ministra de Economía, ratificó el programa de su antecesor, Martín Guzmán, quien abandonó su cargo criticado hasta por el mandatario que era su principal sostén. Batakis confirmó que mantendrá el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que ha permitido refinanciar 44.000 millones de dólares que recibió Macri en 2018 y se evaporaron en sucesivas fugas de capitales. El FMI ha reclamado un fuerte ajuste de las cuentas públicas, reducción de los subsidios a la energía y un combate más eficaz contra la inflación. La falta de políticas públicas en favor de los más pobres, los bajos salarios y las pensiones que apenas alcanzan, tuvieron un efecto letal en las últimas elecciones parlamentarias en las que el Gobierno de Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner perdieron cuatro millones de votos. Esa paliza no hizo más que agudizar las diferencias entre Fernández y augurar un casi seguro traspié en los comicios presidenciales de 2023, en manos de la derecha.}
Salario básico universal
Grabois lamentó que Fernández carezca de capacidad de reacción. A su criterio, la única posibilidad de revertir la situación es garantizar un "Salario Básico Universal", ya propuesto por Fernández de Kirchner. Esta medida ha sido presentada por los seguidores de la vicepresidenta como una herramienta para evitar la indigencia de millones de personas. Se trataría de otorgarles un ingreso equivalente a una Canasta Básica Alimentaria por adulto, alrededor de 13.000 pesos (unos 52 euros). "Hay que dejar de estar únicamente pensando en calmar los mercados y calmar un poco el hambre del pueblo, que es en definitiva el que los votó. De mi parte no hay ninguna intencionalidad política, ni contra el Presidente, ni contra la ministra, contra nadie: es un reclamo social. Yo estoy con cualquiera que luche contra los que están por debajo de la línea de la pobreza", añadió Grabois.
Fernández no muestra mucho entusiasmo con ese pedido. Más allá de su voluntad, cualquier iniciativa tiene por delante el desafío de no quedarse detrás de la inflación. En los últimos 12 meses, el costo de la vida se incrementó un 64%. Los Gobiernos pasan y las circunstancias se repiten. Cada gestión entrante cree que puede domar el problema, pero fracasa. Seis años atrás, al asumir Macri, con un billete de 1000 pesos se compraban 69,5 litros de leche. Cuando terminó su mandato, con esa suma alcanzaba para 21,3 litros. En la actualidad, solo se pueden adquirir 8 litros.
Por estos días no se habla de otra cosa que del dólar que se cotiza en el mercado negro más que el doble que el precio oficial. Eso impacta en la carestía de todo lo que se comercial, al punto de que Argentina ocupa el séptimo lugar entre los países con mayor inflación durante el primer semestre de este año, superado por el Líbano (211%), Sudan (199%), Venezuela (170%), Siria (139%), Zimbabue (131%) y Turquía (78%).
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