ENTREVISTA

“Macron dramatiza el conflicto en Ucrania como si Francia estuviera en guerra”

El periodista de investigación Marc Endeweld analiza la política internacional del presidente francés y su rol en las negociaciones entre Rusia y Ucrania

El periodista de investigación Marc Endeweld.

El periodista de investigación Marc Endeweld. / JÉRÔME PANCONI

Enric Bonet

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La guerra en Ucrania ha sacudido la campaña de las elecciones presidenciales francesas. El debate electoral ha quedado relegado a un segundo plano, a pesar de tratarse de los comicios que monopolizan la vida política en Francia. Esta situación de excepcionalidad ha reforzado la condición de favorito del presidente Emmanuel Macron

El periodista Marc Endeweld es el autor de algunos de los libros de investigación más interesantes sobre el dirigente centrista, como L’ambigu monsieur Macron (2016) o Le grand manipulateur (2019). Antes de la invasión rusa, este reportero del diario económico La Tribune y Le Monde Diplomatique publicó en enero L’Emprise, dedicado a la política internacional francesa, el gran tema de discusión en esta contienda presidencial. “Es un dirigente que gesticula mucho a nivel internacional, pero luego obtiene muy pocos resultados”, asegura en esta entrevista para El Periódico sobre el rol voluntarioso de Macron en su intermediación entre Moscú y Kiev.

-¿Cómo analiza el papel del presidente francés en las negociaciones entre Rusia, Ucrania y Occidente?

-Quizás por su condición de joven presidente (tiene 44 años), Macron ha confundido la diplomacia con la comunicación. Suele utilizar su imagen a nivel internacional para seducir al electorado francés. Pero todo esto no ha funcionado para encontrar una solución diplomática a la guerra entre Rusia y Ucrania. Los rusos no creen en su palabra, ya que a menudo ha aparecido totalmente alineado con los intereses estadounidenses, lejos de su pretensión de una diplomacia autónoma a la francesa, es decir, aliada pero no alineada con Occidente. Por este motivo, Macron ha aparecido confuso y no es tomado en serio ni por sus aliados del bloque democrático ni por los dirigentes del bloque autoritario.

-Incluso su iniciativa ha generado suspicacias en la administración Biden…

El presidente francés es un dirigente que gesticula mucho a nivel internacional, pero luego obtiene muy pocos resultados. Incluso ha sufrido numerosos fracasos en este ámbito a lo largo de su mandato, desde la retirada de tropas francesas en Malí, la situación del conflicto en Libia, Siria o el Líbano. En la misma administración Biden y en la prensa liberal estadounidense existe cierta incomprensión con la voluntad de Macron de ejercer de gran potencia y hablar de tú a tú con dirigentes de países autoritarios, como Rusia o China.

-¿Cómo la posición francesa respecto al asunto estratégico del gas ruso ha dificultado la capacidad de interlocución de Macron con Putin?

-Además de las reticencias de países de Europa del Este a dialogar con Rusia, uno de los obstáculos a los que se ha confrontado el presidente francés ha sido su propia posición en el dosier energético, crucial en la guerra de Ucrania. Antes de la invasión rusa, Francia ya se oponía al proyecto del gasoducto Nord Stream 2. Pero curiosamente no lo hacía para reducir la dependencia energética de Rusia, sino para impedir que Alemania se convirtiera en el centro de distribución energética de Europa. Pero, al mismo tiempo, los franceses no encontraron fuentes de diversificación del gas, especialmente respecto a Argelia. Su apuesta por la energía nuclear también ha chocado con la negativa de países antinucleares, encabezados por Alemania. Estas discrepancias sobre cuestiones estratégicas y energéticas han hecho que los gobiernos europeos se encuentren en una posición delicada una vez estalló la guerra en Ucrania.

-¿No es demasiado severo con el presidente francés? Su apuesta por la “autonomía estratégica” de Europa parece la más razonable ante la actual amenaza de Rusia y la nueva “Guerra fría” entre Estados Unidos y China…

-Sí, es cierto que ha tenido algunas buenas intuiciones a nivel internacional, sobre todo el darse cuenta de la inclinación creciente del mundo hacia Asia y el hecho de que Europa se ha convertido en una periferia en la actual disputa entre Estados Unidos y China. Ante este panorama, reivindicó la “Europa de la Defensa” y la “autonomía estratégica” del Viejo Continente. Pero esta idea apenas prosperó ante las reticencias de Merkel, quien prefería que Alemania se rigiera por una estrategia de múltiples alianzas: militar con Estados Unidos, económica con China y energética con Rusia.

-Macron tampoco ha dado una gran importancia a los países del sur del continente…

Se ha olvidado de buscar alianzas alternativas con los países del sur en el Consejo Europeo. Con el Gobierno italiano, las relaciones han sido muy difíciles debido a asuntos mucho más relacionados con los negocios y los intereses personales que la diplomacia. Por ejemplo, el problema con los astilleros de Saint-Nazaire (noroeste de Francia) que debían ser adquiridos por la empresa estatal italiana Fincantieri. Pero este proyecto estuvo paralizado durante meses debido a los intereses de la empresa suiza MSC, cuyos propietarios tienen vínculos familiares con Alexis Kohler, el secretario general del Elíseo, principal colaborador de Macron.

-¿Y con España?

-No ha querido estrechar los vínculos con el actual gobierno español de Pedro Sánchez al considerarlo demasiado de izquierdas y progresista. El presidente francés no se inscribe para nada en la historia de la izquierda y el progresismo. Todo eso suscitó numerosas incomprensiones a nivel internacional, al contradecir la imagen que se dio en 2017 de un dirigente socioliberal. 

-Tras la invasión de Ucrania, los gobiernos europeos anunciaron importantes aumentos del gasto militar. ¿Este conflicto puede promover el proyecto de “Europa de la defensa” de Macron?

-Tenemos que vigilar ante los anuncios y declaraciones en caliente de los dirigentes para calmar a unas opiniones públicas invadidas por el miedo. ¿Qué entendemos cuando hablamos de “Europa de la defensa”? Si esta consiste en creer que los estadounidenses siempre seguirán protegiéndonos, esto no hará más que debilitarnos. De hecho, los 100.000 millones de gasto militar prometidos por el canciller Olaf Scholz sobre todo beneficiarán a la industria militar estadounidense. Lo vemos, asimismo, reflejado con las dificultades que está teniendo el proyecto Scaf, el caza europeo desarrollado por Francia, Alemania y España. La empresa militar Dassault se quejó recientemente de que esta iniciativa no avanzaba ante las preferencias alemanas por el armamento estadounidense.

-La aspiración francesa de independencia diplomática y estratégica puede quedar muy maltrecha con el actual auge de la OTAN…

-Sí, exacto. Existe el riesgo de que Washington utilice la guerra en Ucrania para debilitar a largo plazo a Rusia, pero al mismo tiempo esto debilite a los países europeos y sus economías. Esto hará que estos dependan económicamente cada vez más de Estados Unidos en lugar de China, lo que resulta el interés subyacente de los estadounidenses ante la situación actual.

-Pese a un balance en política internacional con claroscuros, Macron parte como claro favorito en las presidenciales de abril monopolizadas por la guerra en el este de Europa. ¿Cómo lo explica?

-Porque el debate sobre política internacional en estas presidenciales ha quedado totalmente sesgado. Macron dramatiza el conflicto en Ucrania como si Francia también estuviera en guerra y escenifica su rol con fines electoralista. Esto ha hecho que se beneficie de un “efecto bandera” de unidad nacional, que lo ha catapultado en los sondeos. Pero ante esta situación, será muy difícil que se debatan cuestiones estratégicas de fondo, como el uso de la energía nuclear tanto a nivel militar como civil. Todo esto puede suscitar dudas sobre la legitimidad política de un hipotético segundo mandato de Macron.