Argentina y el FMI llegaron a un acuerdo para refinanciar 45.000 millones de dólares

El acuerdo con el organismo financiero supone drásticas medidas de austeridad y aumentos de tarifas de los servicios públicos

Los términos de lo pactado deben ser aprobados por el Congreso donde una parte del oficialismo ha insinuado un voto en contra

El presidente argentino, Alberto Fernández, y su ministro de Economía, Martín Guzmán, durante una reunión con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, el pasado 30 de octubre en Roma.

El presidente argentino, Alberto Fernández, y su ministro de Economía, Martín Guzmán, durante una reunión con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, el pasado 30 de octubre en Roma. / ESTEBAN COLLAZO / PRESIDENCIA ARGENTINA

Abel Gilbert

Abel Gilbert

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Después de arduas negociaciones timoneadas por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y acompañadas por el persistente fantasma de la suspensión de pagos, Argentina finalmente cerró su acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar unos 45.000 millones de dólares contraídos durante el Gobierno del presidente Mauricio Macri, en 2018. Un mes atrás, las partes habían alcanzado un entendimiento básico con el organismo financiero, que debió ser pulido en medio de rumores cargados de pesimismo. Fue el FMI el que dio los detalles de un acuerdo que calificó de "pragmático, realista y creíble" con "políticas creíbles".

El presidente Alberto Fernández esperaba con ansiedad esta noticia. El pasado martes, al inaugurar la Asamblea Legislativa, sostuvo que los compromisos asumidos ante el FMI hace tres años por la administración anterior eran "definitivamente incumplibles teniendo en consideración el desmadre que la economía mostraba". El programa que acaba de pactarse, añadió, "nos permite refinanciar la deuda con ese organismo que nos dejó el Gobierno anterior y al cual nos opusimos en su oportunidad".

"Con el entendimiento que logramos, podemos ordenar el presente y construir un futuro. Repito: este es el mejor acuerdo que se podía lograr", ha dicho el mandatario. El entusiasmo no permitió disimular las amarguras que se perfilan en el horizonte. El país debía cancelar este año 19.000 millones de dólares y una cifra aproximada en 2020. Las reservas acumuladas en el Banco Central son, sin embargo, exiguas.  Argentina, dijo Fernández, tuvo que negociar por lo tanto "con una espada de Damocles" sobre la cabeza. Las exigencias en los próximos años no parecen invitar al entusiasmo en un país con 40% de pobres.

Aspectos del acuerdo

El Gobierno ha presentado como un triunfo que las leyes laborales y las pensiones no peligren por el pacto. Otros aspectos del acuerdo son de un estricto rigor. El plan contempla una reducción sostenida del gasto público. Este año, debe representar el 2,5% del PIB, contra el 3% que se había previsto en el presupuesto. El año venidero, el déficit no debe pasar al 1,9% del PIB, mientras que en 2024 la meta es la de un gasto del 0,9%. Para 2025, Argentina debería lograr la meta del "déficit cero". Para cumplir todas estas etapas, no solo tendrá que limitar la emisión monetaria sino ajustar en distintas áreas del Estado.  A la vez, el FMI ha exigido una importante reducir los subsidios a la energía. Lo que se espera es un incremento de las tarifas de gas, gas y luz que podría superar el 100%. Semejante alza podría hacer naufragar uno de los objetivos más importante del acuerdo: la baja de la inflación, que ha sido de más del 50% en 2021. Una delegación del organismo financiero supervisará cada tres meses los avances o fracasos de las metas estipuladas.

Malestar en parte del oficialismo

Fernández asumió en diciembre de 2019 con dos frentes financieros de tormenta abiertos. Nueve meses después de jurar a su cargo, el Gobierno convino con los acreedores externos una reducción de intereses del 7% al 3,07% promedio de la deuda acumulada, así como vencimientos más largos. Eso supuso un horro de 37.000 millones de dólares. Las negociaciones con el FMI fueron, sin embargo, más arduas. Para llegar a buen puerto, Argentina no solo pagó escrupulosamente al organismo durante 2020 y 2021. A su vez, tomó por anticipado medidas de austeridad que tuvieron para el peronismo un alto costo electoral en los comicios parlamentarios de noviembre pasado: más de cuatro millones de sus votantes dieron la espalda a los candidatos oficiales. El oficialismo perdió sus mayorías en las dos cámaras del Congreso.

La posibilidad de que eso pueda volver a ocurrir provoca escalofríos en algunos sectores de la coalición gobernante. "El FMI ha actuado como promotor y vehículo de políticas que provocaron pobreza y dolor en el pueblo argentino", ha dicho la rama juvenil del kirchnerismo, la Cámpora, al conocerse el acuerdo. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por ahora se mantiene en un incómodo silencio.

El frente interno es problemático para el mandatario. No solo se puede quebrar la alianza que lo llevó a ganar las elecciones de 2019. El acuerdo con el FMI debe ser aprobado por el Congreso antes del 22 de marzo. La oposición de derechas ha mostrado una posición ambivalente. Alberto Fernández necesita de sus votos ante la eventual deserción de los peronistas descontentos con los alcances de lo pactado y las consecuencias políticas y sociales que se vislumbran de cara a las presidenciales de 2023.