Crisis en Europa del este

Serguéi Lavrov, el "Mister No" de la diplomacia rusa

El ministro de Exteriores de Putin es un experimentado diplomático que lleva en el cargo ininterrumpidamente desde 2004

En Occidente se le conoce por ser un tipo duro que rechaza sistemáticamente cualquier propuesta que vaya en contra de los intereses del Kremlin

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. / periodico

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El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, es un ejecutor inescrutable de la política exterior del Kremlin. Está al frente de la diplomacia rusa desde 2004 y entre los medios occidentales se le conoce con el apodo de “Mister Nyet” (Señor No), término que hasta entonces se refería a Adrei Gromyko, el que fue durante treinta años el ministro de Exteriores de la Unión Soviética. Gromyko rechazaba por sistema cualquier propuesta de Occidente que fuera en contra de los intereses del Kremlin. Lo mismo hace el actual jefe del la diplomacia rusa, el álter ego diplomático del presidente ruso, Vladímir Putin «Estoy orgulloso de que me llamen así siempre y cuando se respete la ley internacional», dijo en una ocasión.

Nacido en Moscú en 1950, a Lavrov se interesó de joven en la física, aunque acabó ingresando en la meca de la diplomacia soviética, el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú (MGIMO), donde aprendió cingalés antes de comenzar su carrera diplomática en Sri Lanka en 1976. Luego pasó 15 años trabajando en la sede de la ONU en Nueva York, donde su hija estudió en la Universidad de Columbia. Después trabajó con el ministro de Relaciones Exteriores del reformista Andrei Kozyrev cuando se desmoronó la URSS. Fue nombrado viceministro de Relaciones Exteriores en 1992 y dos años más tarde volvió a Nueva York, esta vez como Representante Permanente de Rusia ante la ONU.

Trajes caros

Fumador desde hace mucho tiempo -presentó una petición en contra de la prohibición de fumar en los edificios de las Naciones Unidas- y amante del whisky escocés, los trajes caros y los puros, Lavrov es un diplomático duro y astuto. “Nunca cederemos a los ultimátums, no se puede hablar con la Federación Rusa usando ese tipo de lenguaje", dijo en 2018, dirigiéndose a los diplomáticos rusos expulsados por el envenenamiento del exagente doble Sergei Skripal en Gran Bretaña ese año. Ha sido calificado por sus adversarios como un gran "cínico" y como una personas con una gran capacidad para de enervar a sus interlocutores.

Cuando en una ocasión se le preguntó qué se necesita para ser un buen diplomático, Lavrov dijo que había que ser "erudito" y tener un buen conocimiento de la historia. Añadió además que es importante dedicarse de pleno a la "patria" y  comprender la psicología del negociador que se tiene al otro lado de la mesa.

Lavrov ha sido la voz de Rusia en las difíciles relaciones entre EEUU y Rusia de los últimos años. Fue el portavoz de la campaña militar de Rusia en Siria y en la última crisis de Libia y no deja de hacer frente con el ceño fruncido a las constantes críticas occidentales sobre los problemas de derechos humanos en Rusia.

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