Las lluvias torrenciales en la ciudad brasileña de Petrópolis dejan al menos 117 muertos

El horror, otra vez, mirándose al espejo acuoso del pasado. Cecilia Eler de Lima vivía en la calle Bernardo de Vasconcelos, en el barrio Cascatinha de en Petrópolis, a unos 70 kilómetros de Río de Janeiro. Ha fallecido este miércoles a los 55 años, como consecuencias de las terribles lluvias que devastaron a la llamada "ciudad imperial" de Brasil. Había nacido una década después del fallecimiento de su abuela como consecuencia de otra tormenta. Ella llevaba su nombre como sentido recuerdo familiar. Los destinos fatales de las dos Cecilias quedaron anudados por una catástrofe natural. Esta vez, las víctimas mortales por las lluvias torrenciales en Petrópolis alcanzan las 117 personas, en su mayoría mujeres. Pero las autoridades temen que el número final pueda aumentar considerablemente, según informó el secretario de la Defensa Civil y comandante general del Cuerpo de Bomberos, coronel Leandro Monteiro. El número de desaparecidos es de 140, y el pesimismo se cierne sobre ellos.

"Hemos visto vehículos volcados, mucho lodo. Hay todavía mucha agua. Es una situación casi de guerra", dijo el gobernador del Estado de Río de Janeiro, Cláudio Castro. Se reportaron 171 deslizamientos de tierra y se acumularon casi 260 milímetros en seis horas, mucho más de lo que los meteorólogos habían previsto para todo el presente mes.

Según se informó, hasta el momento se contabiliza a 372 personas sin hogar o desplazadas, 89 zonas afectadas, 26 derrumbes y 10.000 familias dispersas en distintos sectores de la ciudad. Una quinta parte del territorio de la urbe enfrenta distintos tipos de riesgos. Marcelo Seluchi, coordinador general de Operaciones del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden), advirtió sobre la posibilidad de nuevos deslizamientos debido al retorno de la lluvia.

La marca del cambio climático

En febrero de 1988, las inundaciones en Petrópolis dejaron 71 decesos. En enero de 2011 más de 900 personas murieron en la región serrana del estado de Río de Janeiro debido a circunstancias similares a la de las últimas horas en el mismo estado. Las inundaciones y deslizamientos de tierra de una década atrás alcanzaron a Petrópolis y sus vecinas Nova Friburgo, Itaipava y Teresópolis.

Lo ocurrido en 2011 estuvo lejos de ser una excepción. Brasil ha sido sacudido en los tres últimos años por intensas lluvias, en especial en los estados de Bahía (nordeste) y Minas Gerais (sudeste). Las tormentas provocaron decenas de muertes y destrozos en centenares de municipios.

Los científicos vienen advirtiendo que estos episodios serán no solamente más violentos sino recurrentes. Estael Sias, meteorólogo de Metsul, calificó de inusual lo acontecido, aunque no sorpresivo. "Hubo tormentas de arena el año pasado, calor muy fuerte en el sur del país a principios de 2022, inundaciones en (el estado de) Tocantins, sequías intensas. Cuando miramos todo eso en conjunto, puede considerarse un indicio", le dijo al diario Folha. "Solo miren los informes científicos y vean que la frecuencia de las olas de calor es de tres a cuatro veces mayor que hace 150 años, las fuertes lluvias que provocan desastres se han vuelto más frecuentes, hemos batido récords de temperatura”, precisó el climatólogo Carlos Nobre.

Si bien, como señalaron los científicos, las lluvias de Petrópolis llevan la firma indeleble del cambio climático, los más expuestos a estos trastornos son aquellos que habitan en áreas de riesgo, atravesadas por la desigualdad y la falta de supervisión de las autoridades. "Hacer que las ciudades sean resilientes requiere integrar los sistemas de reducción de desastres, como las defensas civiles, en el monitoreo nacional de la crisis climática. Petrópolis podría haber sido evacuada dos días antes, según expertos, si se hubiera hecho mejor esta integración", señaló el abogado Thiago Amparo.

Sobrevivir para contarlo

Cecilia Eler de Lima vivía con miedo de que le ocurriera lo mismo que a su abuela. Escuchaba los truenos y se estremecía, recordaron familiares. Los habitantes de Petrópolis todavía no han tenido el tiempo ni la capacidad de hacer un inventario de sus pérdidas. Guardan en sus retinas las imágenes de los cadáveres flotando en la calle del Emperador. La empleada pública Monalisa Santa Rita le dijo al diario 'O Globo' que fue arrastrada por la fuerza de las aguas. Apenas atinó a abrazarse a su hijo y resistir la corriente que bajaba por la calle. "Empecé desesperarme porque venían los muertos. Una escena horrible, aterradora. El agua comenzó a presionar, pero logré no ser arrastrada. Solo tengo que agradecer a Dios que me protegió".

Leopoldo Junior creyó al principio que la lluvia sería efímera. Por eso siguió en su vehículo. De repente, la fuerza de las precipitaciones le hizo ver su error. El automóvil comenzó a flotar como un barco de papel. Lo mismo sucedió con un bus. "En un santiamén, el agua llegó casi a la ventana y cubrió los otros autos. Salí por la ventana".