La justicia de Nicaragua condena a una histórica comandante de la revolución sandinista opositora a Ortega

Dora María Téllez, uno de los símbolos del sandinismo en 1979, ha recibido 15 años de cárcel por supuesta "sedición"

Lesther Alemán, un dirigente estudiantil que se rebeló en 2018 contra Ortega, ha sido objeto de una sentencia similar

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, en un acto en Managua.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, en un acto en Managua. / JORGE TORRES

Abel Gilbert

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"Entré al Frente (Sandinista de Liberación Nacional) y a la lucha revolucionaria por varias razones: la dictadura tenía características que eran intolerables para gente con cierta sensibilidad: la represión política, la corrupción, la coerción a todo intento de organización y movilización social". Dora María Téllez, la mítica "Comandante 2" de la guerrilla que derrocó en 1979 al dictador Anastasio Somoza, vuelve a enfrentar una "situación intolerable", aunque 43 años después. Esta vez no tiene al somocismo como victimario sino a la caricatura de algunos de sus ex compañeros de insurgencia. La fiscalía ha pedido 15 años de cárcel para ella por los supuestos delitos de "menoscabo a la integridad nacional" y "conspiración" contra el régimen de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.

Téllez no es una figura decorativa de la narrativa sandinista. En 1978 ocupó el Palacio Nacional de Managua junto con Edén Pastora, el "Comandante Cero". La operación permitió liberar a 50 presos políticos y aceleró la caída del régimen. La "Comandante 2" llegó a la capital como la principal autoridad militar del frente Rigoberto Pérez.

"Si hay un símbolo de Revolución Sandinista y de su decepción frente es Dora María Téllez Argüello", dijo la revista Confidencial. El anunciado juicio en su contra se aceleró después de la toma de posesión de Ortega y Murillo, hace tres semanas. No se trata de un caso aislado. Otros 47 opositores al matrimonio presidencial atraviesan situaciones similares. Como ellos, la ex insurgente, médica e historiadora, de 66 años, ha enfrentado un proceso que, señalaron los organismos defensores de derechos humanos, careció de garantías estipuladas en el Código Penal. A su vez, el juicio se llevó a cabo a puertas cerradas en la misma cárcel en la que se encuentra bajo encierro.

Un enfrentamiento que viene de lejos

Téllez no solo había sido uno de los rostros del sandinismo victorioso de 1979 sino de las disidencias que afloraron a partir de los años noventa, fuera del poder. Ella encabezó un movimiento de renovación junto con el ex vicepresidente y escritor Sergio Ramírez, Henry Ruíz y otros dirigentes que habían tomado distancia de un Ortega que solo quería volver a controlar el Estado, a cualquier precio y sin ninguna autocrítica.

"En Nicaragua el sistema judicial es un sicariato de los Ortega-Murillo.Un pelotón de fusilamiento judicial y han condenado a más de mil nicaragüenses a la cárcel desde abril de 2018. Han sido torturados, abusados, violados, aislados. Algunos se han muerto o han sido asesinados dentro de las cárceles. La fiscalía y esos jueces no han tenido ningún empacho en fabricar cargos y en condenarlos sin acceso a sus defensores, sin pruebas, sin testigos, sin nada. Estamos completa y absolutamente en la indefensión", había dicho meses atrás, cuando sabía lo que se avecinaba. "El Tribunal Supremo es el sicariato mayor".

El caso de Lesther Alemán

Junto con Téllez fue juzgado y condenado a 15 años el líder estudiantil Lesther Alemán, quien adquirió especial notoriedad durante el estallido social de hace cuatro años que provocó decenas de muertos, heridos y presos. El joven polemizó con el mismo Ortega en el marco de una mesa de diálogo que no tenía otro destino que el fracaso. "No estamos aquí para escuchar un discurso que por doce años lo hemos escuchado. Presidente, conocemos la historia. El pueblo está en las calles, nosotros estamos en esta mesa exigiéndole el cese de la represión. Sepa esto, ríndase ante todo este pueblo", le dijo el veinteañero al ex comandante. Ortega no esperaba semejante osadía, y menos delante de otras personalidades. La televisión transmitía en vivo. Lesther devino de pronto un héroe nacional.

Después de escucharlo, el mandatario ensayó una sonrisa de desdén. Alemán volvió a arremeter. "Pueden reírse, pueden hacer las caras que quieran, pero le pedimos que ordene el cese al fuego ahorita mismo, la liberación de nuestros presos políticos. No podemos dialogar con un asesino, porque lo que se ha cometido en este país es un genocidio".

A partir de ese momento comenzó a ser objeto de una sistemática persecución, al punto de no poder regresar a su casa. Abandonó el país y solo retornó cuando creyó que existían las condiciones políticas. La amnistía duró poco.