Político de origen iraní

Jamil Sadegholvaad, alcalde de Rimini: "La integración empieza en la escuela y en los espacios públicos"

El nuevo alcalde de Rimini, Jamil Sadegholvaad

El nuevo alcalde de Rimini, Jamil Sadegholvaad / Giorgio Salvatori

Irene Savio

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Rimini vive días extraños. La rica ciudad de Emilia Romaña (noreste) ha elegido a Jamil Sadegholvaad del Partido Democrático (PD), de centroizquierda, como nuevo alcalde. Hijo de un vendedor de alfombras iraní y licenciado en Ciencias Políticas, Sadegholvaad (Rimini, 1972), ha conquistado un hito histórico del que no presume mucho, aunque refleje cómo está cambiando la sociedad italiana. “Sí, es cierto, parece que soy el primero de segunda generación (de inmigrantes) elegido alcalde" en una capital de provincia en Italia, dice a este diario.

¿Cree que finalmente Italia se está empezando a pacificar con su multiculturalidad?

Sé que tengo un nombre ‘raro’ para muchos y que mi elección tiene una carga simbólica, pero espero que también me juzguen por lo que haré para mi ciudad.

¿Cuál es la historia de su familia?

Mi padre, que es iraní y musulmán, se enamoró de mi madre, riminesa y cristiana, en un viaje a Rimini en los años sesenta. En aquel entonces él estudiaba Turismo en Alemania, e Irán era otro Irán, el del sah de Persia, el de una época muy boyante. Pero por amor decidió mudarse a Italia, estudió en la Universidad para Extranjeros de Perugia y abrió una tienda de alfombras persas que luego también tuvo sucursales en otros países, y en la que yo también trabajé algunas temporadas. Hoy estoy casado con una brasileña que profesa una religión espiritista.

Sé que no es su caso pues su madre italiana le transmitió la ciudadanía, pero ¿qué opina de que Italia no logre aprobar una ley que otorgue la nacionalidad a menores hijos de inmigrantes?

Que la situación de ahora, en la que tenemos a chicos crecidos en Italia sin la ciudadanía, es bastante triste. Y lo paradójico es que por ahí nos acordamos de ellos cuando alguno gana una medalla en las Olimpiadas. Hablamos de personas que quizá tienen un color de la piel distinto al nuestro, pero que hablan nuestro idioma y tal vez ni conocen la lengua de sus padres. Aún así, creo que se debería facilitar el derecho de ciudadanía a los que crecen en Italia, y no a los que tal vez se encuentran aquí por casualidad y por casualidad aquí nacen, como ocurre en Estados Unidos.

El asunto es complejo por el rechazo frontal de una parte de la sociedad.

Sí, los de derecha, aunque no todos. Hay distintos enfoques sobre el tema migratorio. Y hay algunos que han hecho una bandera política de su rechazo a la integración de los extranjeros. Esto es inaceptable y trágico. Se debe gobernar, no rechazar. Y diré algo banal, pero creo que la integración empieza en la escuela y en los espacios públicos. No hacen falta los proyectos faraónicos, a veces es suficiente un campo de fútbol, o de voleibol, o invertir en guarderías para que los padres puedan ir a trabajar.

¿Cree posible dialogar con la derecha en temas de migración?

No tengo la costumbre de dividir el mundo en buenos y malos. Mi casa es el centroizquierda, pero también conozco a consejeros municipales de derecha con posturas completamente racionales y no racistas sobre cómo gestionar los flujos migratorios. Está en el interés de todos que izquierda y derecha dialoguen para resolver los desafíos de la migración.

¿Por qué la derecha perdió en las últimas elecciones?

Creo que, a nivel local, cuando se habla de administradores locales y la relación es más directa, el centroizquierda es objetivamente más creíble ante los ojos de los ciudadanos. Esto no significa que a nivel nacional no haya buenos políticos, pero allí hay más ideología en juego.

¿Qué problemas se ven en las calles de Rimini?

Aquí hay una buena calidad de vida. No vivimos en otro planeta, pero esta temporada turística ha sido muy buena. Lo que hay que hacer es vigilar para asegurarse que nadie se quede atrás por la pandemia, y seguir luchando para que la ciudad se mantenga moderna, con muchos espacios públicos al aire libre, transportes alternativos como los monopatines y las bicicletas compartidas, que fuimos promoviendo ya antes de la pandemia y que la pandemia probó que son nuestro futuro.

En su ciudad había muchos antivacunas.

Los había y los hay. Incluso un grupo ha logrado elegir un consejero en la nueva Junta municipal. Confieso que me cuesta entender estas polémicas. Yo apoyo el pasaporte covid, aunque me gustaría que no existiese. Entiendo que es nuestra mejor alternativa.

¿Es verdad que lo han comparado con el alcalde de Londres, Sadiq Khan?

(Se ríe) Sí, lo oí, y es un gran honor. Khan ha sido un gran alcalde y lo han reelegido. Pero lo que me conmovió el otro día en la plaza fue cuando se me acercó una familia de extranjeros y, mirándome, me dijeron que mi elección les ha dado más esperanza en el futuro.