Entrevista

Jaume Duch: "Polonia ha de saber que hay líneas rojas que no se pueden cruzar"

Jaume Duch, director de Comunicación del Parlamento Europeo.

Jaume Duch, director de Comunicación del Parlamento Europeo. / Álvaro Monge

Marta López

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Jaume Duch, director de Comunicación del Parlamento Europeo, es uno los altos funcionarios comunitarios españoles que más alto ha llegado en Bruselas. Desde un profundo conocimiento de las políticas comunitarias, Duch no duda en calificar de “muy positiva” la gestión europea de la pandemia, confía en que Polonia va a dar marcha atrás en su órdago a la UE pero admite que las instituciones de la UE deben responder al desafío.

-El pasado mes de septiembre, Ursula Von der Leyen, en su discurso sobre el estado de la Unión, hizo un balance muy positivo de la gestión de la pandemia. Dijo concretamente “lo hemos hecho bien y podemos estar orgullosos”. ¿Comparte usted este diagnóstico?

-Es también el diagnóstico del Parlamento. El año y medio de la pandemia ha sido un tiempo muy complicado en el que a la Unión Europea se le exigió estar a la altura de sus responsabilidades, se le exigieron medidas muy concretas con mucha rapidez y en temas en los que a priori la UE no tenía competencias. Mirando atrás y viendo como ha funcionado todo el tema de la vacunación, viendo la rapidez con la que se puso en marcha el certificado digital y por supuesto viendo que se pudo llegar a un acuerdo sobre un plan de recuperación que no tiene parangón, la verdad es que hay que decir que el balance es positivo o incluso muy positivo.

-¿Qué ha cambiado entonces desde la crisis del 2008 para que Europa haya actuado de una forma tan diferente? Hemos pasado de la austeridad a la emisión conjunta de deuda….

-Se ha aprendido las lecciones de esas crisis y de los daños que hizo esa crisis. Quedó claro que una receta de austeridad exagerada a lo único que llevó fue a aumentar la división, las diferencias entre el norte y el sur. Yo creo también el hecho de que había mucha más voluntad política y eso es muy importante y quizá añadiría el Brexit. El hecho de que no estuvieran los británicos sinceramente ha permitido que se tomasen decisiones más avanzadas que lo que habría sido con los británicos en la Unión

-¿Está diciendo entonces que el Brexit le ha ido bien a la Unión Europea?

-El Brexit no es un buen negocio para nadie pero es verdad que al menos una de las ventajas del brexit es que algunas decisiones que antes costaban un tiempo tomar o que no se llegaban a tomar, ahora se han tomado o se han tomado más rápidamente. Me cuesta mucho creer que los británicos hubieran estado de acuerdo movilizar 750.000 millones de euros a través de la mutualización de la deuda. E incluso con el plan de vacunación, me pregunto si habrían entrado en ese esfuerzo de mancomunación que está en el origen del éxito de la campaña de vacunación europea

-Si la crisis del 2008, alimentó el desapego hacia Europa y dio alas a movimientos populistas y de ultraderecha, ¿cree en cambio que la salida a esta crisis actual está alimentando el europeísmo de los ciudadanos?

-Eso es lo que dicen las encuestas. Las encuestas del último año, sobre todo desde que se aprobó el plan de recuperación, nos dicen que el porcentaje de europeos que le ven el sentido a la pertenencia a la Unión Europea es mayoritario en todos los estados miembros, cosa que antes no sucedía. Y en algunos países los aumentos son muy significativos de incluso hasta de 20 puntos. Fue muy interesante ver como al principio de la pandemia, en seguida las opiniones públicas miraron hacia Bruselas. La gente entendía que la solución a la pandemia, a algo tan tremendo solo podía venir de un nivel supranacional. Y ahí es donde la Unión Europea se la jugó sin tener competencias de base a hacer cosas que meses antes hubiera sido imposible.

-Sin embargo Europa está ahora a las puertas de otra crisis, tras el órdago lanzado por Polonia con el pronunciamiento del Tribunal Constitucional de ese país de que el derecho nacional prevalece sobre el derecho comunitario.

-Está claro que la decisión del Tribunal Constitucional polaco intenta ir a la línea de flotación de la propia Unión Europea, que es efectivamente la primacía del derecho comunitario sobre el derecho nacional. Vamos a ver si esto es un órdago o si es algo que tiene más fondo y vamos a ver si al final los que salen perjudicados son los propios polacos porque es evidente que hay líneas rojas que no se pueden cruzar. En la Unión Europea las instituciones van a tener que reaccionar. Simplemente no se puede aceptar que un gobierno de un país ponga en tela de juicio uno de los principios fundamentales del funcionamiento de la Unión Europea.

-¿Y puesto que esto es una línea roja, podría acabar con la expulsión de Polonia?

-No. Primero porque en la Unión Europea no hay mecanismos de expulsión. Hay mecanismos de salida, pero no de expulsión. Y segundo porque sería un error castigar a la población polaca por algo que están haciendo sus instituciones. Pero evidentemente hay que contrarrestar esta decisión y de alguna manera hay que obligar a las autoridades polacas a dar marcha atrás. Y para eso sí hay mecanismos, que no son tan radicales como esa imposible expulsión, sino más bien congelación de fondos, la no aprobación del plan de recuperación polaco, la puesta en marcha de procedimientos de infracción ante el Tribunal de Justicia… Hay mecanismos para hacer entender a las autoridades polacas que con la vía que han tomado no van a ningún sitio.

-Pero usted habla de mecanismos que ya están en marcha… los fondos de recuperación están congelados y el procedimiento de infracción está en marcha

-Hay un procedimiento de infracción en marcha, puede ser que muy pronto haya otro y el tema del fondo estaba no ya aparcado, pero sí se había decidió posponer su aprobación para ver como iban las cosas.

-Gracias la presión del Parlamento Europeo…

-Gracias al Parlamento Europeo que además en estos momentos después de lo que ha pasado tiene una oposición mucho más fuerte en contra de la aprobación del plan. Es evidente que la Unión Europea no puede utilizar el dinero de todos los europeos en países que de repente deciden no aceptar las reglas del juego o saltarse las reglas del juego. Yo sigo pensando, sigo esperando que todo esto al final sea un envite, un cierto mecanismo de presión de las autoridades polacas pero que se den cuenta que están jugando con fuego y que por lo tanto van a tener que dar marcha atrás muy rápidamente.

-Pero si la expulsión no está contemplada, si podría pasar que Polonia que decidiera irse de la UE. ¿Puede soportar la UE otra salida después del brexit?

- Yo no creo que eso vaya a a pasar. Cuando vemos las estadísticas y vemos el nivel de europeísmo de la población polaca, no veo un escenario en que ningún Gobierno por radical que sea, sea capaz de echar a sus propia población de la Unión Europea contra su propia voluntad. Yo creo que ahí se produciría una reacción de la propiedad sociedad polaca. Hemos empezado a verlo ayer con las manifestaciones en muchas ciudades de Polonia y creo que lo vamos a ir viendo de una manera más intensa en las próximas semanas.

- ¿Cómo se ve desde Bruselas lo que está ocurriendo en el Reino Unido, con escasez de combustibles, de suministros?

-No nos alegra pero tampoco nos sorprende. Es verdad que en este momento se juntan las consecuencias del brexit con las consecuencias de la pandemia. Y a veces es difícil distinguir pero lo que está claro es que los británicos han salido perdiendo y los problemas a los que ellos están haciendo frente no existen en la Unión Europea. En la UE no hay problemas de abastecimiento en los supermercados, no hay problemas de transporte de mercancías, no hay problemas de gasolina. Yo creo que ese también es un mensaje a la sociedad polaca.

-Polonia también ha sido amonestada por la independencia del poder judicial. En España, siguen bloqueada la renovación del CGPJ y las asociaciones de jueces se han dirigido a Bruselas. ¿Le preocupa este bloqueo y la falta de consenso entre los dos principales partidos?

- La respuesta es siempre la misma para todos los países: todo el mundo tiene que cumplir con las normas, todo el mundo tiene que cumplir con su propia Constitución y los partidos políticos tienen que ser capaces de ponerse de acuerdo en las políticas de estado.

-El Parlamento ha pedido una investigación sobre los contactos de Rusia con el entorno de Puigdemont. Eso quiere decir investigar a uno de sus propios eurodiputados, no?

-No. Porque esta posible investigación no la va a hacer el Parlamento Europeo. Si la tienen que hacer la harán las autoridades correspondientes.

-La injerencia rusa en los asuntos europeos es una fuente de preocupación constante de las instituciones europeas. ¿Sigue dándose esa injerencia?

-La injerencia rusa es constante: Lo hemos visto en distintos procesos electorales, tanto a nivel europeo como a nivel nacional y lo hemos visto también en el apoyo a veces a determinadas campañas de desestabilización en diferentes países. No es ningún secreto que a Rusia no le conviene una Unión Europea fuerte y por tanto lo que pueda hacer por ir debilitándola lo hará. Lo que tentemos que hacer los europeos es dotarnos de las herramientas necesarias para evitar que esas campañas de injerencia obtengan resultados.

-¿Cuáles son esas herramientas?

-De entrada, instrumentos de ciberseguridad pero también do lo que se pueda hacer para apoyar la existencia de medios de comunicación libres y con calidad profesional, el apoyo a todo tipo de entidades de fact checking y en su momento probablemente pasar de la autorregulación a la reglamentación del trabajo de las grandes plataformas de internet.