Crisis sanitaria

Los no vacunados en Israel dificultan la lucha contra el covid

Más de un 10% de la población del Estado judío se opone a ser inoculado con la vacuna contra el virus

Israel comienza a inocular con la tercera dosis.

Israel comienza a inocular con la tercera dosis. / Atef Safadi / Efe

El Periódico

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Con el inicio de la vacunación a nivel mundial en diciembre, Israel se convirtió en uno de los países pioneros. La rápida administración de dosis y la pronta vuelta a la normalidad crearon una falsa ilusión de fin de la pandemia que no ha tardado mucho en desaparecer. ¿El principal problema? Más de un millón de adultos en un país que no llega a los 10 millones de habitantes se niegan a ser vacunados.

Hace dos meses comenzaron a aumentar los casos, sumergiendo al país en una cuarta ola de la pandemia con cifras de contagios diarios que rondan los 8.000 y se acercan a los máximos registrados en enero, y con una tasa de positivos en torno al 6%, tras haberla reducido prácticamente a cero en junio. Los expertos aseguran que esta cuarta ola se ha consolidado por la conjunción de una serie de factores: la propagación de la agresiva variante delta, una errónea sensación por parte de la población de que la pandemia había terminado, el declive de la inmunidad entre los vacunados con el paso del tiempo y la gran cantidad de personas que no quieren recibir la vacuna.

Ahora el país ha iniciado un campaña pionera con la tercera dosis mientras alrededor de un 12% de su población sigue rechazando recibir ninguna. Por el momento, casi un millón y medio de personas mayores de cuarenta años tienen tres pinchazos. Aunque los ensayos preliminares muestran su efectividad en elevar anticuerpos -hasta un 86% en mayores de 60 años-, la campaña previsiblemente chocará con el mismo obstáculo: los que no quieren recibirlo.

Sobrecarga del sistema

Pese a que en marzo el país superó los cinco millones de vacunados, el procesos se ha estancado en los cinco millones y medio de inoculados con ambas dosis. Aunque los vacunados superan con creces a los no vacunados, en la cuarta ola el número de contagios ha sido similar entre ambos, así como el número de casos graves. "Los no vacunados están sobrecargando el sistema", explica a Efe Nadav Davidovitch, director de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Ben Gurión y asesor del Gobierno en la gestión de la pandemia, que señala además que la población de riesgo que decide no vacunarse es la principal razón por la cual los hospitales están recibiendo cada vez más casos serios.

"Los no vacunados tuvieron un papel muy importante en el comienzo de la cuarta ola", señala el profesor Bishara Bisharat, también miembro del gabinete de asesores del Gobierno y que opina que "de no haber tenido esta cantidad (de no vacunados), tal vez se podría haber evitado esta nueva ola, o habría sido más leve". El interrogante entonces es quiénes son y qué motivos esgrimen los que no se quieren vacunar.

Perfiles de los no vacunados

Según los expertos, el 30% de los no vacunados forma parte de la minoría árabe de Israel, que representa cerca de un 20% de la población. En las zonas con menores índices de vacunación destaca también la presencia de comunidades judías ultraortodoxas, que al igual que los árabes, registran algunos de los índices de recuperados más altos del país. Bisharat explica que el denominador común entre quienes no se quieren vacunar no radica en cuestiones religiosas, políticas o ideológicas, sino que se resume en la pobreza, la falta de conocimiento en cuestiones de salud y la dificultad de acceder a información confiable, algo que aplica a ambas comunidades.

Además de estas minorías, también se se niegan a vacunarse aquellos que creen en teorías conspirativas y que niegan la existencia de la pandemia. "La mayoría no son antivacunas en general, ya que los índices de vacunación en Israel son muy elevados", remarca Hagai Levine, epidemiólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, que opina que "se debe hacer un mejor trabajo para que la gente confíe en los especialistas", incluyendo campañas que lleguen a estas minorías, que suelen vivir bastante aisladas.