La expansión del virus

Indonesia arrebata el epicentro de la pandemia a la India

El país asiático roza el millar de muertos diarios y carece de reservas de oxígeno suficientes

Pacientes de covid-19 reciben tratamiento en una tienda montada en el exterior del hospital de Bekasi, una ciudad de la isla de Java.

Pacientes de covid-19 reciben tratamiento en una tienda montada en el exterior del hospital de Bekasi, una ciudad de la isla de Java. / REZAS

Adrián Foncillas

Adrián Foncillas

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Récords encadenados de contagios y muertos, hospitales con más pacientes que oxígeno, autoridades superadas por la nueva variante delta, porcentajes ridículos de vacunados... Indonesia ha arrebatado el epicentro pandémico a la India replicando su calamitoso libreto e inquietantes síntomas. El drama confirma, además del fracaso de un Gobierno dubitativo, la frontera entre el primer mundo y el resto en el acceso a las vacunas.

Casi la mitad de la población de Yakarta ha sido contagiada. Los anticuerpos han sido detectados en el 44,5% de las 5.000 personas testadas en la capital en un estudio de la Oficina de Salud de Yakarta y el Centro de Control y Prevención de Epidemias de Indonesia. La proyección apunta a 4,7 millones de contagiados sobre una población de 10,6 millones y multiplica por 12 las cifras oficiales. Indonesia cuenta con un precario sistema de tests, que sólo alcanza a los enfermos con síntomas más severos, por lo que se daba por descontado que la contabilidad gubernamental minimizaba la gravedad del cuadro. Las conclusiones han desbordado los pronósticos más alarmistas.

Es paradójico que Indonesia, al igual que la India, se haya acercado más a la inmunidad del rebaño que países que la ansiaban como el Reino Unido. Responde más a la ineptitud que a un plan y los expertos siguen sin ver en ella la bala de plata contra el virus. El estudio subraya que el alto porcentaje de anticuerpos no protege al grupo porque, entre otros asuntos, se desconoce la duración de la inmunidad. "En una ciudad abierta como Yakarta, con una gran movilidad regional, es muy difícil conseguir la inmunidad del rebaño", indica. Propone el camino más sensato de la vacunación masiva y alerta de la lentitud: sólo un 5,5% de la población nacional ha recibido su dosis doble. Es un doloroso contraste con los porcentajes del primer mundo que entrevé ya el fin de la pandemia tras su funesta gestión de los primeros meses. El acaparamiento de inyectables, en ocasiones con dosis que quintuplican su población, ha desprotegido al mundo en desarrollo frente a las nuevas olas. "Un fracaso moral catastrófico", ha definido Tedros Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud.

A Indonesia le faltan vacunas y desconfía de las que tiene contra la nueva variante delta. En las últimas semanas se han acumulado las bajas entre el personal médico presuntamente inmunizado con las dos dosis reglamentarias y el Gobierno ya ha anunciado que añadirá un tercer pinchazo de la vacuna Moderna.

Mil muertos al día

La mayor economía del sudeste asiático y el cuarto país más poblado del mundo pasa por lo más crudo de la pandemia. El mes pasado contaba un centenar de muertos y 10.000 contagios al día mientras esta semana roza el millar de muertos y supera los 40.000 contagios diarios de media. Indonesia sufre ahora los mismos muertos que la India pero con una quinta parte de su población. La variante delta avanza sin bridas por Java, la principal isla, desarbolando sus capacidades médicas. Casi 500 enfermos han muerto en casa desde junio por la falta de camas, según el grupo independiente Lapor Covid-19. Los que la consiguen tampoco tienen los suministros asegurados. Más de una sesentena de contagiados murió el primer fin de semana del mes por la ausencia de reservas de oxígeno. El Ministerio de Salud ha aclarado que la última ola ha empujado su demanda de las 400 a las 2.000 toneladas diarias, muy por encima de la capacidad productiva nacional. El país ya ha cerrado contratos para importar 40.000 toneladas y 40.000 concentradores de oxígeno de Estados Unidos, China y Japón.

Improvisación, autocomplacencia, ineptitud... El Gobierno amontona críticas por no haber previsto la última ola ni detectarla cuando ya se había asentado o por priorizar la economía a la salud. Hasta julio no aprobó los primeros confinamientos en Java y Bali y sólo los amplió a Sumatra, Kalimatra o Papúa Occidental tras la alarmante expansión del virus. La pandemia ha cambiado el curso de la presidencia de Joko Widodo, al que no le faltan retos ni logros, pero que será juzgada sólo por su gestión. Los compañeros de partido que aspiraban a sucederle en 2014 han pasado de pelear por su atención a alejarse de una figura percibida como tóxica.