Muere Jesús Santrich, un negociador de las FARC con el Gobierno colombiano que decidió retomar la lucha armada

Jesus Santrich, antiguo líder de las FARC, en imagen de archivo en Bogotá.

Jesus Santrich, antiguo líder de las FARC, en imagen de archivo en Bogotá. / Jaime Saldarriaga

Abel Gilbert

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Seuxis Paucias Hernández Solarte llegó a la cúpula de las FARC con el seudónimo de Jesús Santrich. Fue uno de los negociadores del acuerdo de paz firmado en 2016 con el Gobierno de Juan Manuel Santos. Dos años atrás decidió volver a tomar las armas como parte de una facción disidente de la ex guerrilla. La muerte lo ha encontrado en la frontera colombiana-venezolana durante un confuso enfrentamiento. El ministerio de Defensa colombiano señaló primero que, sobre la base de "información de inteligencia", que Santrich "y otros delincuentes" habían fallecido en medio de un choque armado con otro grupo desprendido de las históricas FARC, liderado por alias Gentil Duarte. Sin embargo, en la noche del martes, la disidencia de las FARC aseguró que Santrich fue emboscado en el lado venezolano por "comandos colombianos" que actuaron por "orden directa" del presidente Iván Duque. "Consumado el crimen, los asesinos le cercenaron el dedo meñique de su mano izquierda. Unos minutos después, cerca del lugar, rápidamente, los comandos fueron extraídos en un helicóptero de color amarillo rumbo a Colombia", se precisó en un comunicado.  A su vez, dijo que el deceso, conocido en medio del estallido social, "no salvará a Duque de la ira popular desatada".

Santrich apenas veía. Solía usar lentes oscuros y caminaba con un bastón. Había tenido un papel importante en las negociaciones de La Habana con el Gobierno de Juan Manuel Santos que permitieron dar por terminado un conflicto armado de medio siglo. Se lo conocía por una intransigencia que no le ahorró fricciones con los enviados de Santos.

La ruptura

Poco antes de que entrara en vigencia el pacto, fue arrestado y enviado a una cárcel de máxima seguridad en Bogotá por presunta participación en el negocio de la droga. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el tribunal encargado de juzgar los crímenes perpetrados durante los años de conflicto, ordenó su liberación e impidió que fuera extraditado a EE.UU. La decisión tomada por la JEP provocó la ira de la derecha, con el ex presidente Álvaro Uribe a la cabeza, quien creyó encontrar en ese caso la prueba irrefutable del perjuicio que había significado para el Estado la negociación con las FARC.

En este contexto, Santrich debía asumir su cargo de congresista, en virtud del cupo garantizado a la insurgencia en el acuerdo de paz. Ocurrió lo contrario: retornó en 2019 a la selva junto con Iván Márquez, otro de los negociadores de La Habana.  "La historia registrará en sus páginas que fuimos obligados a retomar las armas", dijo en su momento Márquez. Uno de los detonadores de esa ruptura era el continuo asesinato de ex combatientes de la las FARC y las faltas de garantías para la reinserción de los 13.000 hombres que habían formado parte de la insurgencia. Hasta el momento, han perdido la vida 270 ex guerrilleros. El viraje de Márquez y Santrich fue duramente criticado por el último líder de las FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, y la mayoría de la dirigencia que lo acompañó.

Frontera caliente

La zona donde habría muerto Santrich se encuentra en el ojo de la tormenta. De acuerdo con la prensa bogotana, en los últimos meses, las llamadas disidencias libraron varios combates contra el Ejército venezolano a orillas del río Arauca, en la frontera compartida. El ministro de defensa venezolano, Vladimir Padrino López, denunció la semana pasada que ocho militares habían sido capturados tras un choque armado. Padrino denunció "ante la comunidad internacional, ante los organismos multilaterales, y las organizaciones de DDHH, el infame secuestro de estos soldados". El ministro no hizo referencia a la facción disidente de la guerrilla. Aunque el Palacio de Miraflores evitó también nombrarlos, distintos medios caraqueños han asegurado que el Gobierno de Nicolás Maduro no tenía duda de la autoría de los hechos. Atrás parecían haber quedado los días de solidaridad con Santrich y Márquez, quienes en 2019 llegaron a ser invitados por Maduro a la reunión Foro de Sao Paolo, una reunión de heterogéneas fuerzas de izquierda latinoamericanas, celebrada en Caracas.

Lo cierto es que los choques armados y miles de desplazamientos han provocado un nuevo desastre humanitario, esta vez en Apure. Venezuela sostiene que enfrenta a un grupo armado colombiano que cuenta con la "protección y tolerancia" de Bogotá. El Gobierno rechaza lo rechaza. Human Rights Watch denunció que familiares de personas que han huido de la violencia fueron ejecutados extrajudicialmente para presentarlos como bajas guerrilleras.