Poderío militar

Drones turcos a la conquista del mundo

Los aviones militares no tripulados turcos han siso decisivos en la victoria de los aliados de Turquía en las guerras de Siria, Libia y Azerbaiyán,

Ucrania es el último país interesado en adquirir este material militar propiedad de una empresa del yerno de Erdogan

Alto Karabaj

Alto Karabaj / ADRIÀ ROCHA CUTILLER

Adrià Rocha Cutiller

Adrià Rocha Cutiller

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El 27 de febrero de 2020 36 soldados turcos murieron en el norte de Siria por un bombardeo realizado por las fuerzas leales a Bashar al Asad. Siria, en ese momento, se encontraba en plena ofensiva contra la región opositora de Idleb, donde los ataques por aire y tierra de Asad y sus aliados, Rusia e Irán, auguraban entonces una victoria de las fuerzas de Damasco y una catástrofe humanitaria. La muerte de los militares turcos hizo que el presidente Recep Tayyip Erdogan reaccionara y decidiera involucrar a su país de lleno en el conflicto del país vecino.

“Es impresionante. La gente aquí está muy feliz, y ahora estamos celebrando en la calle. Nunca antes en esta guerra habíamos sentido algo así, que a quien bombardean no es a nosotros sino a los otros”, explicó entonces un civil sirio de la provincia de Idleb.

En tan solo unos pocos días, las fuerzas turcas pararon por completo la ofensiva del régimen sirio. Decenas de sistemas antiaéreos rusos fueron destruidos, además de otros tantos tanques y piezas de artillería de las fuerzas de Asad. A principios de marzo se firmó un alto el fuego y, desde entonces, -en parte gracias a la intervención turca y en parte por el covid y a la crisis económica siria- las armas han callado en la región durante un año entero, el mayor periodo de tiempo desde el inicio de la guerra. 

El éxito militar turco tenía su secreto. Un arma que nunca había usado antes y que demostró ser clave para la batalla: uno drones (aviones no tripulados) de última generación. “El uso efectivo de Turquía de estos drones de combate está ayudando a cambiar lo que es una guerra. Aunque la cuestión no es solo de drones. Estos sistemas son efectivos porque usan sistemas de proyectiles guiados, además de sistemas de guerra electrónica junto con los drones. Por supuesto que hay medidas contra esto, pero no todos los países pueden permitirse sistemas antiaéreos tan sofisticados ni tienen el personal suficientemente calificado como para operarlos”, explica Michaël Tanchum, profesor de la Universidad de Navarra.

La empresa que fabrica estos drones —el más famoso de ellos es el Bayraktar TB2— se llama Baykar y uno de sus principales directivos es Selçuk Bayraktar, el marido de la hija del presidente Erdogan. Todo queda en familia.

Cambiar guerras

En abril de 2020, con la confianza por las nubes por la nueva joya de la corona del Ejército, Turquía decidió mandar sus sofisticados aviones artillados no tripulados a Libia, donde el aliado turco en la guerra, el gobierno reconocido por la ONU de Trípoli, estaba a punto de perder la capital ante una ofensiva del comandante sublevado Jalifa Hafter

La llegada de la nueva arma —junto con algunos soldados turcos y mercenarios sirios— cambió todo, como en Siria. El ataque contra Trípoli se transformó en una contraofensiva contra las fuerzas de Hafter, que se vio forzado a firmar un armisticio que aún perdura

“Los Bayraktar dan a Erdogan una herramienta importante para proyectar el poder militar de Turquía rápidamente y de forma barata”, dice Nicholas Heras, analista del 'think tank' estadounidense Newlines Institute. Heras reconoce el poder de los drones turcos, pero con matices: “Erdogan ha escogido meticulosamente dónde se mandan los Bayraktar. Hasta la fecha solo se han usado en conflictos en los que el Ejército turco estaba bastante convencido de que sus aparatos no serían desafiados y donde, además, su eficacia podía tener un efecto de propaganda máxima”.

Que hagan ellos el trabajo

Los drones turcos también sirvieron para decantar la balanza a favor de Azerbaiyán en la guerra del Karabaj del pasado otoño. “Su confianza en ellos era tan grande que muchos soldados se quejaban de que les mandasen a luchar. Pensaban que su trabajo en la guerra consistiría tan solo en esperar que los drones atacasen para luego ir y recoger los cadáveres”, explicaba un azerí con contactos dentro del Ejército de su país.

Evidentemente no fue así, y miles de soldados azerís —como armenios— murieron en la guerra. Pero Azerbaiyán está tan agradecida por los aviones de guerra no tripulados turcos que hace dos semanas Selçuk Bayraktar viajó a Bakú para encontrarse con el presidente azerí, Ilham Aliyev. Aliyev condecoró al yerno de Erdogan con la medalla de honor del Karabaj, una de las mayores condecoraciones del país caucásico.

Los Bayraktar podrán vivir ahora el que puede representar su mayor desafío hasta la fecha, si es que se concreta el interés de Ucrania por adquirirlos. Ante el despliegue de tropas rusas en la frontera ucraniana, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, visitó la semana pasada a Erdogan. 

El objetivo no era otro que la compra de los aviones no tripulados. “Los Bayraktar podrían darle al Ejército ucraniano una herramienta de defensa táctica que podría debilitar una ofensiva de las fuerzas separatistas apoyadas por Rusia. Sin embargo, los rusos aprendieron mucho de los Bayraktar durante el conflicto reciente en el Alto Karabaj, y hacia el final de la guerra, habían llevado a Armenia sistemas de defensa antiaérea que eran ya una amenaza contra los drones turcos”, explica Heras.

Dos días después de la visita de Zelenski a Ankara, Rusia prohibió que sus turistas vayan esta primavera a Turquía de vacaciones, aunque alegaron que el motivo era el coronavirus. Mientras tanto, Rusia exigió a Turquía que no arme a Ucrania.

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