Brasil supera la barrera de los 300.000 muertos por covid-19
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Brasil ya tiene 300.685 muertos por covid-19. La dimensión del drama sanitario y político se mide en números y palabras. Dos meses y medio atrás, la cantidad de decesos había perforado la temida frontera de los 200.000 y el Gobierno de ultraderecha seguía mirando hacia otro lado. Solo en los últimos 28 días se acumularon 50.000 casos fatales. Pero las cosas pueden empeorar todavía. Los 2.244 fallecimientos del miércoles representan un dato parcial porque no dan cuenta de lo que ha ocurrido en San Pablo, la región más importante de ese país.
El presidente Jair Bolsonaro intentó adelantarse a la divulgación de los últimos y previsibles números con el anuncio de la creación de un comité nacional junto con el Congreso y el Tribunal Supremo Federal (TSF) para enfrentar la pandemia. Debió ser la primera vez que evitó su tono jactancioso y pidió a los magistrados, congresistas y gobernadores estaduales alcanzar un "acuerdo nacional" en esas horas luctuosas. "Seguir las pautas de las autoridades sanitarias fue todo lo que Bolsonaro se ha negado a hacer en las últimas 54 semanas. La enfermedad existe desde hace mas de un año, ya existen vacunas y se han probado protocolos para contener la catástrofe. Cuando tuvo la oportunidad, el presidente empujó al país por el camino equivocado”, recordó Bruno Boghossian, columnista del diario paulista Folha.
Por lo pronto, el nuevo ministro de Salud, Marcelo Queiroga, intentó llevar calma a una sociedad que, según una reciente encuesta, teme en su mayoría contagiarse y no tener la posibilidad de encontrar una cama en un hospital, como ya ha sucedido en varias regiones. El cardiólogo Queiroga prometió vacunar un millón de brasileños por día. Hasta el momento han sido inmunizadas unas 12 millones de personas en un país de 210 millones de habitantes.
Bolsonaro arrinconado
Bolsonaro paga el alto costo político de haber subestimado al virus, al punto de calificarlo de una inocua "gripecita". "El Brasil de Bolsonaro y el bolsonarismo no es un fenómeno aislado y algo sorprendente. Es, lamentablemente, un resumen de todo lo que ha sucedido en este país desde la llegada de Lava Jato", dijo en su editorial la revista Carta Capital en relación a los juicios que debió enfrentar el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y acaban de ser anulados, así como el proceso que llevó en 2016 a la destitución de Dilma Rousseff. "Ahí está el nudo de esta trama", añadió sobre las condiciones que hicieron posible la llegada al poder del capitán retirado, en 2018. Sin embargo, Carta Capital consideró que la desobediencia social, en parte fomentada por el propio Bolsonaro, también explica los miles de muertos.
La suerte del capitán retirado pende cada vez mas de un hilo muy delgado. Los encuestadores ya consideran que solo un milagro lo conduciría a una segunda vuelta en las elecciones de 2022. Pero el año de las presidenciales está todavía demasiado lejos del horizonte.
Otra vez el fantasma de la destitución
Según el sanitarista Daniel Dourado, el juicio político es la mejor salida para el país en este momento. "Brasil tiene mecanismos institucionales para destituir a un presidente que comete delitos. Bolsonaro está cometiendo delitos de responsabilidad e incluso delitos comunes todos los días. Y al abordar la pandemia, son muy claros". El mandatario, "está desconociendo el derecho de la población a la salud para su propio beneficio político. Ya existen elementos legales. La base para la acusación ya está dada”.
Horas después de reunirse con Bolsonaro para discutir la creación del comité que debe reunir a todos los poderes del Estado en un mismo frente, el presidente de la cámara de Diputados, Arthur Lira advirtió que si no se corrige el rumbo, la crisis podría producir "amargos remedios políticos" en manos del Congreso. "He encendido la luz amarilla para todo el que quiera ver", dijo, subrayó: "el momento es grave" y que" todo tiene un límite".
Nunca antes una autoridad parlamentaria mencionó en esos términos la posibilidad de abrir la puerta del "impeachment" contra Bolsonaro. El Congreso ha recibido más de 60 pedidos en esa dirección y nunca prosperaron, entre otras cosas por el pacto que alcanzó Bolsonaro con los sectores de centro que dominan la legislatura y, a cambio, recibieron importantes favores políticos.
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