Visita papal

El Papa emprende un viaje de alto riesgo a Irak

Francisco desafía la pandemia y la violencia para acercarse a las comunidades cristianas más perseguidas

Irak se prepara para la histórica visita del papa Francisco

Irak se prepara para la histórica visita del papa Francisco. En la foto, carteles de bienvenida al Papa en las calles de Bagdad. /

Rossend Domènech

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El Papa Francisco viaja este viernes a Irak, país donde se encuentran comunidades cristianas desde el siglo V, las más antiguas de la historia y también las más perseguidas y destruidas desde que en 2003 EEUU invadió el país pero, sobre todo, desde que el Estado Islámico ocupó durante tres años parte de sus tierras y ciudades en 2014. El Papa ha asegurado que mantiene su histórica visita pese al nuevo ataque con cohetes el miércoles contra una base militar que alberga tropas estadounidenses y españolas.

La catedral de Mosul, hoy destruida, que el Papa visitará, fue un campo de entrenamiento del EI y su obispo secuestrado y asesinado. A menos de un kilómetro, Abu Bakr al Baghdadi proclamó (2014) el nacimiento del Califato. La fuga y las migraciones sucesivas han vaciado las ciudades y la presencia cristiana: los habitantes de Mosul eran 500.000 y ahora son 100.000, los cristianos en todo el país eran 1,5 millones en 2003 y ahora son 300.000.

El viaje del Papa, que tiene previsto recalar en Bagdad, Najab, Erbil, Mosul, Qaraqosh y Erbil durará hasta la mañana del lunes. El Pontífice se moverá continuamente durante los tres días volviendo cada noche a la capital, Bagdad. Se desplazará en avión, helicóptero y coche blindado. Francisco había rechazado siempre esta última posibilidad, pero después de los recientes atentados suicidas de enero y febrero en Bagdad y norte de Irak por parte de un EI que intenta resucitar, el Gobierno de Bagdad ha impuesto el coche blindado.

No habrá actos multitudinarios, como suele ser habitual. Únicamente en Erbil, el Papa celebrará una misa -por primera vez en rito oriental- en el estadio local, con capacidad para 30.000 personas, aunque solo se admitirán a 10.000, todos con mascarilla, asiento asignado y "fichados": un kamikace siempre es posible, aunque tanto las autoridades locales, como EEUU y los servicios secretos vaticanos dicen no esperar sorpresas.

Confinamientos

En 2015, cuando Francisco quiso inaugurar el Jubileo no en Roma sino en Banqui (República Centroafricana), en aquel momento enzarzada en una guerra civil, los contendientes aceptaron una tregua de 24 horas y después volvieron a matarse. Por si acaso y en nombre de la pandemia (690.000 contagios y 13.000 muertos, oficiales), el Gobierno iraquí central ha decretado un confinamiento para los fines de semana, que durará hasta el lunes que Francisco viaje de vuelta.

La geoestrategia religiosa del viaje, pero también política en este caso, cuenta con dos momentos importantes y quizás cruciales. Francisco viajará a Najaf para verse con Ali al-Sistani, máxima autoridad chií, de 90 años y gravemente enfermo. Será la primera vez que se vean. Los chiís, apoyados por Irán, están peleados a muerte con los sunís, aliados en Irak con el EI, como lo estuvieron siglos atrás católicos y protestantes en Europa. Las clases medias, más ricas e instruidas, suelen ser sunís y las populares chiís. Con Saddam Hussein gobernaban los sunís, actualmente los chiís. Saddam protegía a las minorías religiosas, quizás porque no estorbaban, aunque se cerró en banda cuando Juan Pablo II pidió poder viajar al país.

Con los sunís Francisco firmó un histórico documento conjunto (2020) en Abu Dhabi en el que católicos y musulmanes de aquella confesión se reconocieron como religiones de paz y condenaron las interpretaciones violentas del Corán y de los Evangelios. Era la primera vez en la historia. Los chiís, al-Sistani, no quisieron participar.

En la llanura de Ur, cerca de Nassyria y patria de Abraham, padre de cristianos, judíos y musulmanes, tendrá lugar un encuentro interreligioso entre cristianos-católicos, musulmanes, yazidís y sabeos. Los dos últimos pertenecen a religiones que ya existían en el lugar cuando llegó el cristianismo y que el EI castigó particularmente con asesinatos masivos y secuestros de mujeres jóvenes que causaron gran impacto internacional.

Todas las autoridades políticas iraquís que han hablado sobre la visita del Papa, como el primer ministro Mustafa al-Kadhini, han subrayado que "Irak no es Irak sin cristianos", aunque sean actualmente solo 300.000 con tendencia a disminuir en un país de 41 millones. Durante los mandatos de Saddam representaban el 6% de la población. Las autoridades religiosas confían que el Papa pronuncie "palabras fuertes" contra la exterminación de las minorías, porque, como afirma Najeeb Micheel, obispo de Mosul, "Irak es un mosaico de mil colores que no se aguanta si sus piezas no están ensambladas”.

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