ATAQUES A LOS RECOLECTORES

Olivos en llamas en la Cisjordania ocupada

Tres palestinos intentan plantar de nuevo un olivo arrancado por un bulldozer israelí en Cisjordania, cerca del asentamiento de Ariel.

Tres palestinos intentan plantar de nuevo un olivo arrancado por un bulldozer israelí en Cisjordania, cerca del asentamiento de Ariel. / periodico

Andrea López-Tomàs

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Los olivos pueden crecer en una tierra en malas condiciones y resisten a la sequía, mientras siguen dando frutos durante miles de años. Tal vez por eso la aceituna sea el símbolo de la tierra palestina. "Mi mujer y yo cuidamos a estos árboles como cuidamos a nuestros hijos", confiesa Khaled Mashalá, de la aldea palestina Al Jabah, al intentar narrar el dolor que sintió cuando vio sus olivos destrozados. "Lloré, no solo por los árboles sino por todo el trabajo duro invertido en ellos durante 20 años", le cuenta a la oenegé israelí B’Tselem. Durante la recolecta de la oliva, más de 1.000 olivos han sido quemados, destrozados o arruinados por la violencia de los colonos de los asentamientos israelís ilegales

Solo en el pueblo de Khaled, en el distrito de Hebrón, los colonos talaron 300 olivos. En otras aldeas, han usado el fuego o el hurto para arruinar la cosecha de la aceituna de este año, la peor temporada en mucho tiempo. Para muchos palestinos, estos olivos son su principal fuente económica, especialmente durante la pandemia

Esta temporada los ataques de los colonos, a los que Mike Pompeo ha visitado convirtiéndose en el primer secretario de Estado estadounidense en poner un pie en un asentamiento ilegal, han destrozado años de trabajo. B’Tselem, encargada de monitorear la violencia de los colonos apoyada por el Estado, ha podido acompañar a varios recolectores y ser testigo de la expulsión de sus propias tierras. Bajo la mirada protectora del Ejército israelí, muchos palestinos son atacados con piedras e, incluso, detenidos

Ante la escasez de aceite de oliva palestino, muchas familias recurren a los supermercados para comprarlo importado. Acostumbrados al sabor fuerte de la aceituna palestina, emblema de la resistencia de este pueblo, los aceites españoles o italianos les saben ajenos. El periodista Ibrahim Husseini de Jerusalén reconocía en 'The Take' de Al Jazeera: "No sabe mal, pero es muy raro".