Bolsonaro desafía a los brasileños después de dar positivo por coronavirus

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, da positivo en coronarivus

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, hace justo un año. / periodico

Abel Gilbert

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No fue un día más para Brasil: las nuevas 1.312 muertes y 48.584 casos positivos de covid-19 coincidieron con la confirmación del contagio de Jair Bolsonaro y otra banalización de la pandemia por parte del presidente. El gigante sudamericano roza los 67.000 fallecimientos totales y 1,7 millones de infectados. Pero Bolsonaro se presentó en las redes sociales ingiriendo una dosis de cloroquina, la droga que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y hasta Estados Unidos descartaron como remedio. El capitán retirado dijo no obstante tener "certeza" de que el tratamiento "está funcionando". De modo desafiante añadió: "confío en la cloroquina, ¿y tú?".

Según la principal autoridad del Gobierno de ultraderecha, el domingo se sintió "más o menos", el lunes "mal"  y a partir del martes "mucho mejor" gracias a la controvertida medicina. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) le deseó una pronta recuperación y, de paso, recordó que "el virus es impredecible y no respeta la raza, la clase o las personas en el poder, a pesar de la seguridad que rodea a cualquier presidente".

La "gripecita"

El mensaje de la OPS tuvo un sentido inequívoco. Bolsonaro había calificado al covid-19 "gripecita" a fines de marzo. Entonces predijo que, en caso de contagiarse, vencería pronto al virus debido a su "historial de atleta". El ex militar consideró también que la pandemia ha sido sobredimensionada por los medios de comunicación. Al anunciar el martes su condición de enfermo quiso dar fe de lo poco que le importa el patógeno y se quitó la mascarilla frente a los periodistas que lo observaron perplejos. "En lugar de advertir sobre los riesgos, les dio a los jóvenes la fuerza para ignorar los tapabocas", señaló el diario carioca Jornal do Brasil. Por lo pronto, 13 de sus ministros se sometieron a exámenes para comprobar si se enfermaron. Lo mismo hicieron los empresarios que se reunieron horas atrás con el mandatario.

Luiz Henrique Mandetta abandonó el ministerio de Salud por sus desacuerdos con Bolsonaro sobre los modos de enfrentar la crisis sanitaria. Entre otras desavenencias, defendía a rajatabla la cuarentena. A más de dos meses de salir del Gobierno le recomendó a su ex jefe político un aislamiento total por dos semanas porque, de lo contrario, contagiará a otros. "Es un delito cuando alguien sabe que tiene una enfermedad infecciosa y contamina intencionalmente. Debe tener cuidado con el protocolo y su temperamento". Mandetta no ahorró críticas a lo que ha sucedido en Brasil. Bolsonaro, le señaló al diario paulista Estado, "creó su propia narrativa (sobre el covid-19) desde el principio y la repitió tantas veces que llegó a creerla. Quien los asesore debe ser gente sin el hábito de la lectura científica o que usa información sin un filtro de Internet".

El oncólogo Nelson Teich, quien reemplazó a Mandetta por apenas 14 días y dio un portazo debido a la obsesión del capitán retirado con la cloroquina, también ajustó cuentas con Bolsonaro al confirmarse su estado de salud. Como si le repitiera lo que le dijo a lo largo de sus dos semanas de gestión insistió en que no existe ninguna evidencia de que esa droga lo cure.

Uso político de la enfermedad

No han faltado por estas horas los analistas que advirtieron sobre los posibles usos políticos de la infección del jefe de Estado.  "Dependiendo de su evolución, Bolsonaro puede contar con el coronavirus como un aliado inesperado. La victimización ya comenzó el lunes, cuando los niños presidenciales publicaron críticas a las ironías que comenzaron a abundar en las redes sociales", dijo Folha de Sao Paulo sobre sus hijos, el diputado Eduardo, el concejal carioca Carlos y el senador Flavio, todos involucrados en distintas investigaciones judiciales cada vez más urgentes. "La inmensa cantidad de personas que piden la muerte del presidente en este momento debería ser una cuestión de solidaridad inmediata con los líderes de los otros poderes, pero lo que vemos nuevamente es la selectividad de la indignación”, se quejó en twitter Carlos, señalado como el hombre que maneja el arsenal de "fake news" y difamaciones contra los opositores de su padre.

Folha recordó en ese sentido que "no será la primera vez que Bolsonaro es capaz de utilizar un drama personal a favor de su imagen, hoy reducida a un núcleo duro del 15% de los partidarios y un contingente igual de votantes potenciales, pero no tan leal".  Recordó al respecto que "la puñalada que recibió en la campaña de 2018 y que casi lo mata, fue maximizada por los bolsonaristas y el propio presidente. Si no es posible atribuirle su elección, es cierto que creó un aura algo mítica en torno a la figura del entonces candidato, además de eximirlo de debates y escrutinio en vivo".

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