VIOLENCIA EN BRASIL

Ola de protestas en Brasil por la muerte de una niña a manos de la policía

Un grupo de personas en el entierro de la niña Ágatha Félix en Brasil.

Un grupo de personas en el entierro de la niña Ágatha Félix en Brasil. / periodico

Abel Gilbert

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Ágatha Félix murió acribillada por la espalda. Tenía ocho años. La bala fue escupida nuevamente por la policía de Río de Janeiro. El gobernador del estado, Wilson Witzel, se ha mostrado despreocupado frente a la indignación social.

Una foto de Ágata sonriente y vestida como la Mujer Maravilla circula profusamente en las redes sociales y ha sido incluida en todos los medios de comunicación brasileños. "El gobernador que solo piensa en la muerte", lo definió el diario paulista 'Folha', para señalar su responsabilidad política.

Witzel tiene en estos momentos una preocupación: no quiere cargar con el peso de un eventual naufragio del proyecto la Ley de Seguridad en el Congreso. 

"Es indecente usar un ataud como podio, especialmete el de una niña", dijo este exjuez y exsoldado de infantería de marina que defiende el combate directo al crimen en las favelas hasta el punto de haber fantaseado en junio con lanzarles un misil. Witzel culpó de lo ocurrido al narcotráfico y a los consumidores.

"Los que fuman hierba y esnifan cocaína ayudaron a apretar este gatillo", dijo. El espaluznante caso de Ágatha, insistió, no puede amenazar el proyecto de ley contra la delincuencia que promueve a nivel federal el Gobierno de ultraderecha.

Félix se encontraba en el interior de un vehículo en el Complejo de Alemao, un conjunto de favelas en la zona norte de Río que es objeto de disputas entre facciones del narcotráfico, cuando un grupo de uniformados comenzó a disparar en presunta respuesta a un ataque de pistoleros.

Quinto caso

Su muerte constituye el quinto caso de estas características en Río desde que comenzó la 'era Witzel'. Una nueva y multitudinaria protesta se llevó a cabo frente a la sede de la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro (Alerj) para recordar que además de los niños, 1.244 civiles perdieron la vida en el marco de acciones policiales que se realizan con una implícita licencia para matar. 

El número de víctimas fatales entre enero y julio de este año constituye un récord y supera en un 20 % la ya cifra registrada en el mismo período del año pasado, cuando el Gobierno Federal autorizó una intervención militar para detener la ola de violencia. Pero Witzel ha decidido este martes establecer su propio sistema de medición de la violencia estatal. Las muertes cometidas por agentes de policía ya no se contabilizarán en el índice de letalidad violenta del Instituto de Seguridad Pública (ISP).

La Fiscalía de Río de Janeiro lamentó el deceso de la niña y dijo que "el uso inapropiado o extralegal de la fuerza letal por parte de la policía afecta la legitimidad de la institución y constituye un problema público que debe ser ampliamente debatido". Hasta el ministro de Justicia y Seguridad, Sergio Moro, paladín de la mano dura y una pieza fundamental del equipo del presidente Jair Bolsonaro,  lamento la muerte de Ágatha y dijo "confíar" en que los hechos "serán aclarados por completo por las autoridades".

Ola de denuncias internacionales

Las organizaciones de defensa de los derechos humanos han acusado a Witzel ante la Organización de Estados Americanos (OEA).  La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) llamó al Estado a investigar "de manera rápida y diligente" el crimen para "castigar a los responsables". 

Unicef Brasil exigió "un compromiso para proteger el derecho a la vida de todas las niñas y niños".El gobernador carioca fue a su vez denunciado ante la Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU), Michelle Bachelet, por la oenegé Global Justice y otras organizaciones sociales.

El espiral de violencia en Río ya había sido advertida públicamente por Bachelet semanas atrás. Bolsonaro reaccionó despectivamente frente al señalamiento. En aquella ocasión, el excapitán del Ejército ensalzó la dictadura del general Augusto Pinochet y se mofó del padre de la alta comisionada, el general Alberto Bachelet, muerto ante la imposibilidad de poder soportar la tortura."Me da pena Brasil", dijo la alta comisionada el pasado fin de semana.

"No hay motivo para que alteremos todo por un hecho aislado como éste. No tenemos nada que esconder. Yo orienté a los comandantes de la policía para darle prioridad a la investigación y que actúen con rigor. Todos los casos llegados a la comisaría (de civiles muertos en operaciones policiales) han sido investigados", dijo el gobernador.