Ultraderecha brasileña

El 'reality show' de los Bolsonaro

Los hijos del presidente de Brasil tienen una presencia casi permanente en los medios de comunicación por su protagonismo político

Jair y Eduardo Bolsonaro

Jair y Eduardo Bolsonaro / periodico

Abel Gilbert

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La cantante Rihanna acaba de declararse fan de 'Mexican Dynasties', el 'reality show' que tiene como protagonistas a integrantes de tres reconocidas familias de ese país: Bessudo, Allende y Madrazo. En EEUU suelen ubicar el programa del canal Bravo por encima del que realiza el clan Kardashian. A estas alturas no faltan en Brasil los que se preguntan cuándo se lanzará un ciclo similar con los Bolsonaro como figuras estelares. No solo porque el presidente ha elegido a los medios tradicionales y virtuales como su mundo verdadero sino por el creciente protagonismo político de sus hijos. Siempre hay algo sorprendente que decir o callar sobre el senador Flávio, el diputado federal Eduardo (PSL-SP) y el concejal carioca Carlos. Todos pertenecen al Partido Social Liberal.

Flavio Bolsonaro prefiere por momentos los bastidores del Congreso pero no puede permanecer en el anonimato. Dos detenidos por el asesinato de la activista carioca Marielle Franco eran personas cercanas a su entorno. Eduardo es, sin embargo, quien acapara la atención de la prensa. En calidad de integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional, ha convertido a Venezuela y las actividades mundiales de la izquierda entre sus obsesiones. Así se lo hizo saber al viceprimer ministro italiano, Matteo Salvini, cuando se fundieron en un abrazo en Milán. Por encima de todo, Eduardo es un admirador incondicional de Donald Trump y Olavo de Carvalho, el gurú de la ultraderecha brasileña que suele recibirlo en su casa de Virginia.

Rumbo a Washington

El capitán retirado quiere que Eduardo sea su embajador en Washington. Los diplomáticos de Itamaraty se sonrojaron en privado por temor a sanciones. "Quiero beneficiarlo”, se ha empecinado el presidente. “Cero tres”, como suele llamarlo, está preparado para dar un salto a la diplomacia. “Voy a defenderlo  ¿Es competente o no?”.

A veces Eduardo se autoreprocha su locuacidad. "Tengo que medir mis palabras". En otras oportunidades, es víctima de su verborrea. El diputado recurrió a Twitter para reivindicar su curiosa experticia. "En el 2005, mientras estaba de vacaciones en la universidad, trabajé en el restaurante de pollo frito Popeyes Louisiana Kitchen: fui cajero y dependiente. Al final del día, lo limpiábamos todo y quedaba muy bien. He freído hamburguesa en el frío Maine que limita con Canadá. Vi cómo es el trato receptivo de los estadounidenses con los brasileños. Allí pagué mis cuentas y mejoré mi inglés sin gastar dinero de mis padres. En Brasil, la prensa me desprecia y tergiversa mi discurso. ¿Cuánto tiempo comeremos caviar de mierda?”.

Hubo mofas a granel en los medios después de que Eduardo reivindicara sus pergaminos culinarios. La ministra de Derechos Humanos, Damares Alves, conocida por asignar colores rosa y azul a las niñas y niños, respectivamente, y por revelar su encuentro con Jesucristo al pie de un árbol de guayaba después de haber sido violada, salió a respaldarlo. Para ella no se trata de un caso de nepotismo. "Eduardo es una de las personas más capaces del país".