Libertad de prensa

Birmania libera a los dos periodistas de Reuters con un perdón presidencial

Reuters confirmó la salida de prisión de sus dos periodistas, que se beneficiaron de una amnistía presidencial concedida a 6.520 presos

Birmania libera a los dos periodistas de Reuters con un perdón presidencial

Birmania libera a los dos periodistas de Reuters con un perdón presidencial. / periodico

Adrián Foncillas / Pekín

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Fueron 511 días de infamia que amontonaron dudas sobre la transición democrática en Myanmar y arrastraron por el lodo la reputación de la nobel de la paz Aung San Suu KyiWa Lone y Kyaw Soe Oo han sido liberados este martes tras haber recibido el indulto presidencial. Los dos periodistas birmanos habían sido condenados a siete años por revelación de secretos de Estado en un juicio globalmente desdeñado como una farsa. Sus reportajes sobre las masacres perpetradas por el Ejército birmano a los rohingyas merecieron el Pulitzer y la portada de la revista Time y los convirtieron en iconos globales de la prensa libre.

Decenas de activistas y periodistas esperaban esta mañana su liberación a las puertas de la prisión de Insein, en los suburbios de Yangon. “Estoy realmente feliz y emocionado por ver a mi familia y mis colegas. No puedo esperar para regresar a la redacción. Soy periodista y pienso seguir siéndolo”, ha afirmado Wa Lone, quien pudo abrazar al fin a la hija nacida durante su encarcelamiento.

El feliz desenlace llega después de la presión internacional de gobiernos, organizaciones de derechos humanos y celebridades que el Gobierno había ignorado hasta ahora. No está claro por qué la ha escuchado al fin pero es probable que haya influido la inminente reunión de la Comisión Consultiva Internacional que examinará el cumplimiento de la hoja de ruta propuesta por la ONU para resolver el conflicto rohingya. Yangon intentará convencer al mundo de unos avances que nadie ha apreciado.

Cerco militar

El horizonte de ambos periodistas parecía sombrío cuando el Tribunal Supremo ratificó el mes pasado sus condenas y cerró la vía judicial. Ni siquiera aclaró por qué desestimó el recurso en lo que fue el broche lógico a un proceso plagado de irregularidades. Wa Lone y Soe Oo consiguieron romper el cerco militar de la provincia de Rakhine y documentaron con testimonios el asesinato de hombres y niños. Su arresto fue una emboscada: la policía se reunió con ellos en un restaurante para darles unos documentos presuntamente sensibles y los detuvo minutos después. En esos documentos descansó la sentencia. El tribunal sostuvo que pretendían compartirlos con la insurgencia rohingya mientras los periodistas calificaron la versión de ridícula, insistieron en su inocencia y defendieron que sólo hacían su trabajo. La sentencia ignora pruebas y testimonios que favorecían a los acusados. Un policía, por ejemplo, reveló las órdenes de su superior para tenderles la trampa. El agente fue después condenado a un año en prisión y su familia fue expulsada de las dependencias policiales donde vivía.

La presidenta de facto, Suu Kyi, ha defendido en varias ocasiones la condena subrayando el delito de revelación de secretos. Fue doloroso escucharlo de la mujer que durante sus 15 años de arresto domiciliario fue ensalzada por el mundo como una luchadora incansable de la libertad de expresión. En su tránsito de símbolo a política se ha dejado jirones de aquella reputación.

La investigación de Wa Lone y Soe Oo coincidió con los días de plomo en Rakhine. Un ataque del Ejército de Salvación Rohingya Arakan a una treintena de comisarías dejó un centenar de muertos y catalizó la represión del Ejército que empujó a la diáspora a 700.000 rohingyas. Una estimación conservadora de la ONU hablaba de unos 10.000 muertos y los refugiados en campos de Bangladesh han denunciado rutinarias quemas de poblados, violaciones y asesinatos.