crisis en venezuela

Maduro hace oídos sordos al ultimátum de Europa y queda aún más aislado

Maduro

Maduro / periodico

Abel Gilbert

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En vísperas de una semana clave para Venezuela, las calles de Caracas mantienen aún este domingo el eco de los gritos de las multitudinarias manifestaciones de ayer sábado, que supusieron un pulso entre los chavistas del presidente Nicolás Maduro y los seguidores del autoproclmado presidente interino, Juan Guaidó. “Somos guerreros de la paz”, se dijo desde los altavoces oficiales. “Este Gobierno ya cayó”, anunció, por su lado, la oposición.

Pero más allá de las consignas de uno u otro bando, el drama venezolano se despliega lejos de sus fronteras y tiene a Estados Unidos como impulsor principal del acoso al chavismo y a la UE como su complemento. España, Francia, Alemania, Austria y Reino Unido, entre otros, se proponen seguir los pasos de la Administración Trump y reconocer este lunes a Guaidó como presidente “encargado”, ante la negativa de Maduro de convocar elecciones presidenciales, la exigencia europea.

Paralelamente, la UE ha acordado crear un grupo de contacto con países latinoamericanos para hacer frente a la crisis venezolana y que tiene previsto reunirse por primera vez a nivel ministerial el 7 de febrero en Montevideo. La iniciativa busca  “crear las condiciones necesarias a la emergencia de un proceso político y pacífico que permita a los venezolanos determinar su propio futuro, celebrando elecciones libres, transparentes y creíbles”. La solución a la crisis histórica debería encontrarse antes de los 90 días.

Durante su último acto de masas, el del sábado en Caracas, Maduro dijo aceptar los esfuerzos mediadores de México, Uruguay y Bolivia. También propuso adelantar los comicios legislativos, previstos para el 2020, pero a la vez, llamó al chavismo a prepararse para lo peor. De hecho, su oferta no solo fue desechada por la oposición. Washington se ha mostrado también inflexible en su hoja de ruta, trazada por el vicepresidente Mike Pence, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, y el retornado halcón republicano, Elliot Abrams. “Maduro ha solicitado una reunión y la he rechazado porque estamos muy avanzados en el proceso”, ha dicho este domingo Trump a la cadena de televisión estadounidense CBS. Ha empezaso la cuenta atrás y las agujas del reloj giran de modo enfático. “Ciertamente, enviar militares es una opción”, ha añadido el presidente de EEUU.

Cuando se cumplen dos semanas de la decisión de Guaidó de autoproclamarse presidente interino, el libreto escrito por de la Casa Blanca parece cumplirse sin desvíos. Cada intervención de Guaidó es precedida por un mensajer procedente de Washington. Es un contrapunto sin discordancias.

Febrero crucial

En medio de la brutal pauperización -que el Gobierno atribuye exclusivamente a una“guerra económica” agudizada por el congelamiento de los activos petroleros de Venezuela en EEUU- Maduro ha reclamado otra vez a las Fuerzas Armadas “lealtad absoluta”. El líder chavista supone que el respaldo chino y ruso será inquebrantable y disuasivo de un nuevo Vietnam.

A los sectores de la oposición, eclipsados por Guaidó, les ha pedido que den “un paso adelante” y eviten la captura de las riquezas naturales por parte de Estados Unidos. Cundo Bolton dijo a la cadena Fox que “sería una gran diferencia económicamente para Estados Unidos si conseguimos que empresas petroleras americanas participen en la inversión y producción de petróleo de Venezuela”, el chavismo creyó tener la confirmación de todo lo que está en juego.

Pero el silencio de los opositores moderados no deja lugar a dudas: todo pasa por lo que dice, hace y propone el presidente “encargado”.  Con los nuevos avales internacionales y de la mano de su base social esperanzada, Guaidó repitió sus pronósticos: febrero será el mes de los cambios. “Vamos a ejercer nuestras competencias para restablecer la democracia y lograr la liberta”, dijo.