HALLAZGO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Los nazis también se travestían
Un libro fotográfico del artista Martin Dammann muestra la cara oculta del Ejército nazi con soldados que se vestían de mujer a pesar de la represión de un régimen homófobo que podía costarles la vida
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
Carles Planas Bou
Lo que está haciendo podría llevarlo directo a la prisión pero aun así sonríe. Adornado con una falda de tubo y un sujetador, este fibrado torso masculino no duda en contornearse frente a una esvástica y mostrarse con una total normalidad que contrasta con la absoluta prohibición de esta época en blanco y negro.
Cuando el artista alemán Martin Dammann empezó a encontrar fotografías de ese estilo tuvo claro que debía exponer una realidad invisibilizada hasta ahora: los nazis también se travestían. Durante casi 20 años este coleccionista viajó por el mundo en busca de fotografías aficionadas, hasta 270 imágenes prohibidas que le fascinaron y que ha recopilado en el libro Soldier Studies, publicado en Alemania por la editorial Hatje Cantz.
Hombres de uniforme maquillados, con los labios pintados, arropados por escotados vestidos de mujer y coqueteando entre ellos. De ‘performances’ preparadas a escenas improvisadas en el campo de batalla. La todopoderosa Wehrmacht, el Ejército nazi de Adolf Hitler, tuvo una cara oculta muy femenina, destellos de una sexualidad fuera de la norma que bajo las reglas militares era incluso castigada con la ejecución por “socavar la moral y la formación humana de las tropas”. “De repente hay una cierta suavidad, un sentimentalismo. Empiezas a verlos como gente que anhela algo”, apunta Dammann en una conversación telefónica con este corresponsal.
Práctica habitual
La fascinación de Dammann por esas fotografías le llevó a conocer álbumes de particulares que mostraban momentos muy íntimos de la Wehrmacht. Como explica este artista alemán, el fenómeno de vestirse de mujer ha sido una práctica habitual de soldados que ha quedado retratada durante la Primera Guerra Mundial y entre las tropas americanas, francesas e inglesas. Sin embargo, esas fotos "son particularmente frecuentes en los álbumes de alemanes de la Segunda Guerra Mundial".
El contexto y las razones detrás de esas imágenes es borroso. Así, el autor del libro reconoce que no hay manera de contrastar esas instantáneas y solo especula sobre los motivos que podrían explicar esa pequeña rebeldía del travestismo en la viril Alemania militar del Tercer Reich. Aunque sirve como mecanismo de expresión para una sexualidad alternativa duramente reprimida, el travestismo o ‘cross-dressing’ no siempre implica una condición transgénero o transexual del individuo.
De esta manera, Dammann vincula en gran parte esas instantáneas a la tradición carnavalesca de este país así como a un método de escapismo en el frente que considera habitual. Vestirse de mujer servía también para sonreír y abstraerse de los miedos y penurias que rodeaban un mundo bélico. “Aunque la mayoría de soldados eran heterosexuales, las orientaciones homosexuales y transexuales también se muestran con una claridad inusual”, añade.
A pesar de la duríssima represión homofóbica del nacionalsocialismo, Dammann no ha encontrado pruebas de que esos pequeños espectáculos de cabaret realizados entre soldados y oficiales fueran castigados. Más allá de su significado, esas imágenes revelan un lado más humano y sensible de la temida Wehrmacht, un fenómeno que socavaba la ideología nazi desde sus propias filas.
Berlín, capital gay
Aunque oculto y marginado, el travestismo hace más de un siglo que se practica en Alemania. No obstante, la eclosión de este mundo no llegó hasta los años veinte, época de inestabilidad pero también de experimentación y frenesí. Fue en el período de entreguerras retratado formidablemente en la serie Babylon Berlin o en la película Cabaret cuando la capital alemana se convirtió en epicentro de una subcultura gay que atraía a aquellos que vivían una sexualidad alejada de la norma.
La ley castigaba los encuentros entre personas del mismo sexo pero los famosos clubes de alterne de Berlín eran tolerados por la policía. Mujeres con bigote y esmoquin u hombres con falda y tacones de aguja dibujaron un espacio de libertades avanzado a su tiempo y se convirtieron en rasgos habituales de los bailes de disfraces de la noche berlinesa. Fue esa efervescente escena de liberación sexual la que impulsó otras vías de emancipación como la androginia estética, que terminaría siendo popularizada por mitos del celuloide como la actriz alemana Marlene Dietrich. Un signo de rebeldía en tiempos aciagos.
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