Crisis en la salud

Seis muertos por una bacteria hacen temer en Argentina una epidemia

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Abel Gilbert

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'Streptococcus pyogenes' es la palabra que provoca pánico por estas horas en Argentinas y tiene que ver con el nombre científico de una bacteria que ha matado a seis personas en los últimos días, entre ellas un menor, mientras que otras dos se encuentran en peligro. La bacteria provoca infecciones respiratorias y cutáneas.  Si se trata a tiempo con antibióticos la tasa de mortalidad es muy baja y el riesgo se disipa en un día. “No hay epidemia”, insistió en la noche del miércoles la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. Las autoridades llamaron a la tranquilidad y descartaron que se trate de un brote de consecuencias mayores. Recomendaron a quienes tengan problemas respiratorios, fiebre, dolor de garganta o infecciones cutáneas, acercarse a un centro de salud.  Pero las guardias colapsaron ante tantas consultas.

El miedo al “Streptococcus pyogenes” tiene lugar en momento que se avecina una profunda crisis en el sistema de salud como consecuencia del ajuste que el Gobierno intenta pactar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para detener el hundimiento del peso. El presidente Mauricio Macri dijo que Argentina se encuentra en una situación de “emergencia” y entre sus primeras medidas decidió convertir al ministerio de Salud en una secretaria anexa a Desarrollo Social. Miles de personas “abrazaron” días atrás el histórico edificio de esa cartera para rechazar la degradación. La Asociación Argentina de Salud Mental (AASM) consideró que la eliminación del ministerio representa un enorme retroceso de 60 años “en lo que se refiere al respeto y garantía de los derechos humanos” y convirtiendo a la Argentina “en uno de los pocos países del mundo que dejan relegado a una jerarquía menor al área de salud dentro del organigrama del Poder Ejecutivo.

DESPIDOS Y DIMISIONES

El Hospital Posadas, uno de los más importantes de la periferia bonaerense, es uno de los bancos de prueba de un recorte presupuestario a nivel nacional. Se esperan ahí unos 80 despidos. “Echan a profesionales que no tiene reemplazo”, denunciaron los médicos de esa institución.  En enero ya habían sido cesanteados 122 trabajadores.

El ajuste en el sector de salud llevó a dimitir al responsable de la Dirección de Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual de la Nación, Sergio Maulen. Había reclamado 3.200 millones de pesos para garantizar mínimamente su funcionamiento. Le dieron 1000 millones menos en un país con una inflación del 40% anual y Maulen decidió marcharse. En la norteña provincia de Salta, una de las más pobres del país, se recibieron en agosto solo siete mil de las 24.000 vacunas contra la meningitis que se necesitan. Otras provincias enfrentan la misma carencia.

MENOS ACCESOS A LOS TRATAMIENTOS

La aparición del “Streptococcus pyogenes” es apenas una de las piezas del rompecabezas.  PAMI, la mutual que atiende a millones de pensionados se encuentra en una situación de crecientes penurias. En la provincia de La Rioja, 1100 kilómetros al este de la capital, Erika Oliva llegó hasta la sede del PAMI para pedir que la ayuden como lo hacían siempre con sus problemas oncológicos. Como no tuvo respuesta, se roció con alcohol, encendió un mechero y el fuego empezó a esparcirse por su cuerpo. La llevaron de urgencia al Hospital Vera Barros, donde tuvo que enfrentar la escasez de personal y recursos.

El acceso a los tratamientos se ha agravado. El Observatorio de Salud, Medicamentos y Sociedad de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) ha calculado que los argentinos están recibiendo 650.000 unidades menos y que la caída anual puede superar el 14%. Siete de cada diez medicamentos que facilita el Estado son difíciles de obtener. El sistema de la medicina privada tampoco puede esquivar los efectos de una crisis que combina recesión e inflación. El precio de las tarifas del sector llamado “pre pago” se incrementó un 30%. Miles de afiliados ya no pueden pagar ese servicio y comienzan a utilizar los hospitales públicos, abarrotados por estas horas por el miedo a la bacteria del nombre engorroso.