MISIÓN DE ALTO RIESGO

El perfecto rescate para la Junta militar

Tailandia mira al cielo de cara al rescate de los 13 atrapados en una cueva

Tailandia mira al cielo de cara al rescate de los 13 atrapados en una cueva / RY JMA cmm

Adrián Foncillas (enviado especial) / Mae Sai

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Tailandia, un conjunto de playas y desenfreno en el imaginario global, se ha reivindicado al concluir uno de los rescates más complejos y mediáticos que se recuerdan. Supone también un baño de respetabilidad a la Junta Militar que gobierna desde su asonada del 2014 y oxígeno cuando aumenta la pulsión democrática.

Las fotos del general y primer ministro Prayuth Chan-ocha con los padres de los niños han ocupado los informativos de la prensa nacional. También los elogios a la Marina tailandesa y otras invocaciones al nacionalismo. El general se ha visto en el centro de una operación internacional donde han intervenido China, Reino Unido o Estados Unidos. Y el épico rescate de los chicos le ha hurtado las portadas a los humillantes hundimientos de dos barcos frente a las costas de Phuket de esta semana.

Cuesta explicar que eso le ocurra a una potencia turística mundial. De hecho, no hay explicaciones convincentes: el Gobierno promete que hubo avisos del mal tiempo y los operadores de los barcos lo niegan. El grueso de la sesentena de muertos y desaparecidos son chinos y sólo después de las presiones del presidente, Xi Jinping, se dirigió Prayuth a las costas de Phuket.

La guerra contra el agua

El rescate de la cueva, en cambio, permitía un relato épico: la guerra contra el agua y el tiempo, el país unido frente a la adversidad… “No creo que el régimen militar lo use sólo para su beneficio, aunque sí lo explota para marcarse tantos ante el público. El rescate le ayuda a evitar responder preguntas sobre los turistas ahogados o cuándo regresará la democracia”, señala Paul Chambers, experto en política tailandesa y profesor de la Universidad de Naresuan.

La junta tomó el poder tras una década de fractura social que desembocó en enfrentamientos mortales en las calles de Bangkok. Prayuth insistió en que no quería eternizarse sino cambiar el país hasta que las condiciones permitieran la restauración democrática.

Las encuestas de entonces revelaban el apoyo masivo de una población que ansiaba algo de sosiego. Pero las elecciones prometidas se han ido posponiendo año tras año y quedan pocas dudas de su apego al sillón. El movimiento democrático ha ampliado su base a pesar de la represión y anuncia movilizaciones si las urnas no aparecen el año próximo. Para los intereses de la Junta, esa docena de niños no podía haber elegido un mejor momento para perderse en la cueva.