Menos propinas y más salario para los camareros en Washington

El Distrito de Columbia aprueba una iniciativa popular para aumentar hasta los 15 dólares la hora el salario de los trabajadores que cobran propinas

Billetes de dólar.

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Ricardo Mir de Francia

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Quien haya viajado a Estados Unidos sabe que a la cuenta del restaurante o al precio de la copa en el bar le tiene que añadir una considerable propina. No está escrito en ninguna ley, pero forma parte de los usos y costumbres en la patria del capitalismo. Las propinas preceptivas oscilan entre el 10% y el 20% en función del servicio y la generosidad del cliente, que se siente obligado a cumplir porque sabe que los camareros cobran un salario bajísimo, muy por debajo del mínimo establecido. Pero las cosas están empezando a cambiar. El Distrito de Columbia, sede de la capital del país, acaba de aprobar una iniciativa popular para aumentar los salarios de los camareros hasta los 15 dólares la hora durante los próximos siete años, un cambio de modelo que deja en el aire el futuro de las propinas y que ha dividido profundamente a los trabajadores del sector.

Washington D.C. se ha convertido así en la primera gran ciudad del país en prohibir el llamado salario submínimo para los trabajadores que cobran propina, un sector significativo de la fuerza laboral, que incluye a empleados de hoteles, restaurantes, bares o los aparcacoches. Ese salario estaba fijado hasta ahora en la capital política del país en los 3.33 dólares, muy lejos de los 12.5 dólares del mínimo interprofesional que impera en la ciudad. El cambio está llamado a ser menos drástico de cómo se ha vendido, al menos inicialmente, porque la subida del salario será muy progresiva y porque la nueva ley no prohíbe las propinas.

La llamada Iniciativa 77, aprobada en referéndum por 55% de votos a favor contra un 45% en contra, contaba con la oposición de buena parte de la industria hostelera y sus trabajadores. Los primeros no querían perder la que es una fuerza laboral subsidiada y los segundos, unas propinas con las que pueden ganar cientos de dólares en una noche, especialmente aquellos que trabajan en establecimientos caros. Los hosteleros han advertido que el cambio en la legislación les obligará a recortar sus plantillas o incluso a cerrar, aunque muy probablemente los aumentos de salario los acabará pagando el cliente en la factura. También se ha opuesto mayoritariamente a la iniciativa el Gobierno demócrata del Distrito de Columbia, que teme que la boyante industria de la hostelería frene su imparable expansión.

Otros siete estados aplican ya el mismo modelo aprobado en Washington con el impulso de un grupo cívico y sindical que promueve en todo el país los salarios justos para los empleados de la hostelería. Según algunos estudios, la prevalencia de la pobreza es bastante menor entre ellos que entre los trabajadores que cobran propinas.