¿Y los derechos humanos?

Kim Jong-un, a la izquierda, y Moon Jae-in, a la derecha.

Kim Jong-un, a la izquierda, y Moon Jae-in, a la derecha. / .43098327

ADRIÁN FONCILLAS

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No hubo menciones a los derechos humanos en el comunicado conjunto posterior a la cumbre intercoreana. Tampoco las hubo tras la reunión que Kim Jong-un mantuvo el mes pasado con Xi Jinping ni se esperan en las más que previsibles con Donald Trump, Shinzo Abe y Vladimir Putin. La maratón diplomática del líder norcoreano certifica que las armas nucleares eclipsan a los derechos humanos.

Amnistía Internacional calificó la cumbre como una "oportunidad perdida" en un comunicado. "Es imperativo que los derechos humanos no sean olvidados en futuras conversaciones ya que su protección está intrínsecamente vinculada a la paz y la seguridad", añadía. Tomás Ojea Quintana, investigador de la ONU de los derechos humanos en Corea del Norte, había advertido que un acuerdo de desnuclearización "será frágil si margina los derechos de la población norcoreana".

Violaciones cotidianas

Un informa de la ONU de 2014 detalló violaciones cotidianas como campos de trabajos forzados, muerte por hambre y ejecuciones que debían ser llevadas frente al Tribunal Internacional Penal. También apuntó a Kim Jong-un como responsable de crímenes contra la humanidad. La prensa global ha aliñado la cobertura  de la cumbre con entrevistas a desertores en Seúl que relataban sus tragedias y penurias.

El silencio habrá sido doloroso para el presidente surcoreano Moon Jae-in, un antiguo abogado de derechos humanos cuyo activismo prodemocrático le llevó a la cárcel. No hay dudas sobre su implicación pero tampoco de su pragmatismo: Moon ya ha aclarado que detesta el régimen norcoreano pero es el único con el que se puede hablar y cualquier mención a los derechos humanos habría arruinado sin remedio el proceso de paz.

"Los norcoreanos que han llegado a Seúl están sorprendidos por el silencio porque estuvieron a punto de morir ahí", comenta Chu Sang-ni, célebre actriz surcoreana y defensora de los derechos humanos de los norcoreanos. Chun es comprensiva con Moon. "No se le pueden haber olvidado pero está obligado a mirar el cuadro en su totalidad. Necesita sacar a Corea del Norte de su aislamiento como paso previo para mejorar sus derechos humanos", sentencia.

Los norcoreanos exiliados no se ven representados ni por el Gobierno progresista ni por la oposición conservadora, que los usa para su campaña de demolición contra Pyonyang. Urge diferenciar entre los derechos humanos y la política de derechos humanos, utilizada para desprestigiar a los países hostiles. Un pastor protestante desvela que Ji Seong-ho ya no contesta las llamadas de Trump después de que este le mostrara en Washington con sus muletas como prueba de las atrocidades norcoreanas. Ji, asegura el pastor, comprendió que Trump sólo lo utilizaba para legitimar el bombardeo de Corea del Norte.

Son malos tiempos para los derechos humanos en Corea del Norte, ignorados por sus honestos defensores en nombre de lareal politik o mercadeados por intereses bastardos por quienes nunca los atendier