El retorno de Hillary Clinton

La excandidata presidencial critica a Trump, se ríe de sí misma y arenga a las jóvenes a la lucha y el optimismo en un discurso de graduación en Wellesley

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Perdió la guerra electoral frente a Donald Trump pero Hillary Clinton demuestra que no está dispuesta a dejar de dar batalla. Este viernes la excandidata demócrata ha ofrecido por tercera vez en su vida el discurso de graduación en Wellesley, la progresista universidad para mujeres donde se graduó en Ciencias Políticas en 1969, y ha realizado una aplaudida intervención donde ha criticado, con fuerza pero no sin humor, a Trump y sus políticas. En media hora Clinton no ha dejado pasar la ocasión de reÍrse de sí misma pero ha aprovechado, sobre todo, para arengar a las jóvenes a seguir luchando y lanzar un mensaje de optimismo.

Sin citar en ningún momento a Trump por su nombre, Clinton ha hecho un retrato demoledor de lo que ha representado la victoria de su rival. Se ha centrado particularmente en la propuesta de presupuestos presentada esta semana, unas cuentas que plantean recortar 3,6 billones de dólares del gasto federal en una década desmantelando muchos programas sociales. La exsecretaria de Estado ha calificado esa propuesta de “ataque de crueldad inimaginable a los más vulnerables” y ha declarado: “Es un timo, ni siquiera lo esconden”.

Su denuncia, no obstante, no se ha limitado a un acto concreto de Trump. Ha denunciado el “asalto frontal a la verdad y la razón” que se vive bajo la actual Administración, la negación de la ciencia, la propagación de teorías conspiratorias como el pizzagate pizzagate y el aliento a “la división en un momento en que necesitamos unidad”. Ha comparado la situación con las de regímenes autoritarios, asegurando que “cuando la gente en el poder inventa sus propios hechos y ataca a quienes los cuestionan pueden marcar el principio del fin de una sociedad libre”. “Si nuestros líderes mienten sobre los problemas que enfrentamos, nunca los solucionaremos”, ha dicho también Clinton, que ha alertado de que se está “minando la confianza en el Gobierno, lo que alimenta más cinismo y más rabia”.

IRONÍA Y HUMOR

Buena parte de su discurso y de sus críticas, Clinton las ha realizado con generosas dosis de ironía. Ha recordado su primer discurso en Wellesley, en 1969, y la rabia de sus compañeros de graduación entonces con “un hombre cuya presidencia acabaría en desgracia por su 'impreachment' por obstrucción de la justicia tras despedir a la persona que dirigía la investigación sobre el en el Departamento de Justicia”. Hablaba, aparentemente, de Richard Nixon, pero las risas y aplausos demostraban que a nadie se le escapaba la referencia a Trump, sobre el que merodea la sombra del 'impeachment', especialmente tras su cese del director del FBI, James Comey, en medio de la investigación del 'Rusiagate'.

Con ese mismo humor punzante ha denunciado la propagación de las noticias falsas y los “hechos alternativos” o la obsesión de Trump con las cifras de asistencia a sus actos. Y también ha buscado la sonrisa al reírse de sí misma y de su derrota. “Las cosas no salieron como planeaba”, ha reconocido, antes de presentar su vida actual como una poblada con ocupaciones comunes como “pasar tiempo con la familia, largos paseos por bosques, ordenar armarios...”, una lista que ha cerrado con el 'punch' cómico: “No mentiré, el chardonnay ayudó un poco”.

EMPODERAMIENTO

En Wellesley, donde también ofreció el discurso de graduación en 1992, Clinton ha querido dejar asimismo un mensaje de empoderamiento a las nuevas tituladas. “No creasteis las circunstancias actuales, pero tenéis el poder de cambiarlas. No dejéis que nadie os diga que vuestra voz no importa”, les ha dicho, advirtiéndoles también de que van a toparse con quienes traten de frenarles y minusvalorarles, quizá llamándoles “mujeres canallas”, el insulto que le lanzó a ella misma Trump en un debate y que inmediatamente muchas mujeres reconvirtieron en una reivindicación.

Clinton se ha despedido llamando a las graduadas a la educación, la inteligencia y la lucha, recordando que “el trabajo nunca acaba”, y se ha declarado “optimista sobre el futuro”.