NUEVOS TIEMPOS EN LA CASA BLANCA
La caída de Flynn revela a Trump la complejidad de las relaciones con Rusia
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON
Menos de un mes después de que comenzara el mandato de Donald Trump, su Gobierno se deshilacha a marchas forzadas, consumido por la incompetencia, las filtraciones internas, la sombra del espionaje y una relación muy elástica con la verdad. Todos esos elementos han quedado al descubierto con la dimisión del consejero de seguridad nacional, Michael Flynn, uno de los hombres más poderosos en el nuevo organigrama. El exgeneral presentó su renuncia el lunes tras conocerse que engañó al vicepresidente y otros altos cargos sobre los contactos que mantuvo con la embajada rusa antes de que Trump tomara posesión. La Casa Blanca ha dicho que el presidente “había perdido la confianza en él” y le obligó a dimitir.
El presidente busca ahora un sustituto a Flynn, pero el asunto no se va a acabar aquí. Las revelaciones sobre el exgeneral no han hecho más que reavivar las sospechas sobre la atípica y casi incestuosa relación del equipo de Trump con Rusia, un rival geopolítico que parece dispuesto a aprovechar el tumulto en Washington para poner a prueba a la nueva Administración. Este martes se ha sabido que Moscú ha desplegado en secreto un nuevo misil de crucero que, según el Pentágono, viola un tratado antimisiles firmado por ambos países en los estertores finales de la guerra fría. Entre los militares hay preocupación. “Nuestro Gobierno continúa en un estado de increíble agitación”, ha dicho el responsable de las fuerzas especiales, el general Tony Thomas. “Espero que lo solucionen pronto porque somos una nación en guerra”.
"INFORMACIÓN INCOMPLETA"
El origen de la caída en desgracia de Flynn, que llegó a ser interrogado por el FBI días después de asumir el cargo a finales de enero, está en las conversaciones telefónicas que mantuvo con el embajador Sergey Kislyak en diciembre. La Administración Obama se preparaba entonces para imponer nuevas sanciones a Rusia tras acusar a Vladimir Putin de haber interferido en las elecciones para beneficiar a la candidatura de Trump y desprestigiar la democracia estadounidense. En pleno día de Navidad, Flynn llamó al embajador para pedirle al Kremlin que no adoptara represalias porque las medidas que preparaba Obama las podría deshacer después Trump.
Esa conversación fue interceptada por la inteligencia estadounidense y más tarde filtrada a la prensa. Pero antes de que el pastel se descubriera, Flynn negó reiteradamente al vicepresidente, Mike Pence, y a otros altos cargos que hubiera discutido las sanciones con el embajador ruso. “Desafortunadamente, debido a la rapidez de los acontecimientos, di una información incompleta al vicepresidente y a otros sobre mis llamadas con el embajador ruso”, explicó Flynn en su carta de dimisión.
El embrollo no acaba ahí porque las medias verdades del exgeneral alertaron a la fiscal general interina, Sally Yates, que estaba al corriente de las conversaciones interceptadas por la inteligencia. Hace ya más de dos semanas, antes de que Trump la despidiera por cuestionar la legalidad de su veto migratorio, Yates informó a la Casa Blanca de que Flynn les estaba engañando y, con ello, exponiéndose peligrosamente a un chantaje ruso. Pero no hubo medidas disciplinarias. El presidente se limitó a pedir a sus asesores legales que estudiaran si Flynn había cometido un delito, según ha explicado su portavoz, porque una ley prohíbe a los ciudadanos realizar gestiones diplomáticas. Por entonces, el asesor de seguridad aún no había jurado el cargo.
CASCADA DE FILTRACIONES
“No ha sido una cuestión legal, ha sido una cuestión de confianza”, ha dicho este martes Sean Spicer para explicar la decisión de Trump. “La situación se había vuelto insostenible”, ha añadido. Entre otras cosas, por la presión de la prensa, que parece estar informada al detalle de cuanto sucede en el seno de la Administración gracias a una incontrolable cascada de filtraciones. Pero también por la mala sangre que el comportamiento de Flynn creó en el vicepresidente y otros miembros del gobierno. “Es difícil sobreestimar el nivel de miseria que irradian desde hace unos días algunos funcionarios de la Casa Blanca”, escribió la reportera del 'New York Times' Maggie Haberman.
Trump parece estar desbordado por el cariz que han tomado los acontecimientos y, pese a su habitual verborrea en las redes, no ha aportado hasta ahora su versión de lo sucedido. Únicamente ha cuestionado en la falta de discreción que impera en su Gobierno, todavía repleto de antiguos cargos de Obama con escasa simpatía hacia los recién llegados. “La verdadera historia aquí es por qué están saliendo tantas filtraciones ilegales de Washington. ¿También saldrán cuando trate con Corea del Norte?”, escribió en Twitter.
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