Clinton y Trump, codo a codo

La lucha es fraticida en el estado clave de Florida

ELECCIONES PRESIDENCIALES EN OHIO

ELECCIONES PRESIDENCIALES EN OHIO / jdm cs PML

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Estados Unidos aguardaba anoche en vilo el resultado de la campaña más caótica y trascendente de los últimos tiempos, una campaña que ha puesto al descubierto el descontento de un sector importante de la ciudadanía con las instituciones y el rumbo del país. Después de una jornada de largas colas frente a los colegios electorales, los recuentos parciales daban una ligera ventaja a Hillary Clinton en varios estados decisivos, aunque al cierre de esta edición ninguno de ellos había cerrado el escrutinio. Lo que sí refrendó la noche electoral es que el país está enormemente dividido y espera una nueva actitud de sus políticos tras la desbordada suciedad que ha salido a la superficie en estos últimos meses.

La candidata demócrata iba por delante en Ohio y Carolina del Norte, pero en Florida el resultado estaba prácticamente empatado pese al aumento significativo de la participación hispana. Trump necesita ganar en el estado soleado para mantener las opciones. Si acaba perdiéndolo, el margen de diferencia podría ser importante para evitar sobresaltos porque el magnate inmobiliario ha dejado claro que está dispuesto a impugnar los resultados. Pase lo que pase, el próximo presidente heredará un país enfadado, ansioso e imbuido de un cierto fatalismo, como si los mejores días de EEUU hubieran pasado. Así quedó reflejado en las encuestas a pie de urna, donde también quedó patente que la mayoría de votantes desconfía del gobierno federal y de la honestidad de los dos candidatos. 

Los retos en el horizonte son mayúsculos. El próximo comandante en jefe deberá gestionar una guerra en varios frentes del extranjero que dura ya tres lustros y tomar medidas para que la riqueza que genera el crecimiento económico se distribuya de forma más equitativa. El margen de maniobra dependerá en gran medida del resultado que salga de las legislativas porque este martes se vota también para renovar al completo la Cámara de Representantes y una parte del Senado. Los demócratas tienen algunas opciones de recuperar la Cámara alta, pero la baja seguirá en manos de los republicanos. A menos que el talante del Congreso cambie radicalmente, como desea la ciudadanía, el obstruccionismo volverá a ser la norma.

El rechazo de Trump a reconocer el resultado de las urnas de antemano, colocó una nube de inquietud sobre la jornada electoral. El magnate había pedido a sus seguidores que acudan a los colegios electorales a vigilar el voto, después de repetir hasta la saciedad y sin ninguna prueba en la mano que las elecciones están “amañadas”. En varios puntos del país, algunos electores denunciaron conductas agresivas o intimidatorias al ir a votar. Gente que les recibía gritando con un megáfono o que se acercaba con consignas a viva voz. “En Florida seguimos recibiendo un número substancial de quejas de intimidación a los votantes”, le ha dicho al diario 'The Washington Post' la presidenta de un comité de abogadas que está monitorizando el voto.

IMPUGNACIÓN EN NEVADA

En Nevada, uno de los estados decisivos, la campaña de Trump dio los primeros pasos para impugnar el resultado. En una demanda presentada el martes en los tribunales acusaron al interventor general de uno de sus condados de alargar dos horas el cierre de las urnas el pasado 4 de noviembre para favorecer a los demócratas en el voto anticipado. Un juez no tardó en desestimarla, arguyendo que los electores que  demócratas han respondido a la demanda calificándola de “frívola”. El juez se encargó de desestimarla, aduciendo que los electores tienen derecho a votar una vez se sitúan en la cola. 

Los candidatos presidenciales han madrugado para votar. Clinton lo ha hecho primero cerca de su casa de Chappaqua, en el estado de Nueva York, bajo un cielo despejado y envalentonada por varios seguidores. "Me siento humilde", ha dicho la exsecretaria de Estado, que a sus 68 años disputa sus segundas presidenciales: “Soy consciente de la responsabilidad que esto implica. Mucha gente cuenta con el resultado de estas elecciones y lo que supondrán para nuestro país”. El electorado demócrata ya no son las masas de trabajadores que apoyaban al partido hace décadas. Su coalición ha cambiado y está compuesta por los jóvenes, las clases medias de los suburbios y las minorías que, más que nunca, pueden ser claves en esta elección.

ENTRE VÍTORES Y ABUCHEOS

Trump ha votado en Manhattan, a solo unas manzanas de sus oficinas en la Trump Tower. Acompañado por su mujer Melania y su hija Ivanka, el magnate fue recibido en las puertas del colegio electoral entre vítores y abucheos. “Me siento estupendamente”, le dijo a un reportero exudando confianza. “Vamos a ganar muchos estados, aunque quién sabe lo que pasará al final”, dijo poco antes en una entrevista a Fox News. “Muchos sondeos se equivocan de forma deliberada, no creo ni que entrevisten a la gente”. Trump es adicto a las encuestas. Cuando lo sitúan por delante, las publicita hasta la saciedad. Cuando no lo hacen, dice que son basura.

Para ganar estas elecciones, el neoyorkino tendrá que prevalecer en casi todos los estados bisagra, que son casi una docena. Imposible no es, pero sí muy difícil. Su suerte depende en gran medida de que la clase trabajadora blanca bata records de participación.