CRISIS EN BRASIL

En la calle con pasión futbolera

Defensores y detractores de Rousseff, separados por un muro metálico ante el Congreso.

Defensores y detractores de Rousseff, separados por un muro metálico ante el Congreso. / periodico

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Brasil despertó el domingo con cierto ambiente futbolístico. Enfundados en camisetas rojas, los manifestantes a favor de la presidenta Dilma Rousseff fueron los primeros en tomar posiciones en la playa de Copacabana de Río de Janeiro, la Avenida Paulista en Sao Paulo y la Explanada de los Ministerios en Brasilia. El equipo contrario, los brasileños vestidos de verde y amarillo, partidarios del 'impeachment' o destitución de Rousseff, se les unió poco después logrando una atmósfera asfixiante solamente comparable a una final en el estadio de Maracaná.

Es lo que la prensa de Brasil llamó el "Fla-Flu" de la política, una referencia al popular derbi futbolístico en Río de Janeiro entre el rico Fluminense, el equipo de la burguesía carioca, y el popular Flamengo, el equipo favorito entre los habitantes de la favela. Las 300.000 personas que componían las mareas roja y verde-amarilla tuvieron que ser separadas ante el Cámara de los Diputados por un muro de un kilómetro de distancia y 80 metros de ancho. "Al otro lado del muro está la vergüenza de aquellos que jamás aceptaron el resultado de las urnas", declaró a EL PERIÓDICO la directora de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), Marianna Dias. Durante toda la semana, esta joven líder sindical organizó el campamento de los 5.000 jóvenes universitarios que dejó todo por apoyar el mandato de la presidenta Rousseff.

Al otro lado, los jóvenes del Movimiento Brasil Libre (MBL), impulsores de las protestas contra el Gobierno que juntaron a tres millones de brasileños en las calles en marzo de 2015, realizaban un discurso similar. "Son ellos, los que defienden a los corruptos en las instituciones los que tendrán que aceptar que el pueblo brasileño ha despertado", explicó a este diario Fernando Silva, uno de los principales líderes del MBL. La tensión entre ambos lados era patente, las pintadas de "vamos a amarnos" o "sea tolerante" escritas sobre el muro de metal poco importaron. Como ocurre tantas veces en el fútbol brasileño, las pasiones hablaron más altos que la razón.

'Playboyzinhos' en Brasil

En Río de Janeiro, la situación no era mucho mejor. Si bien durante la mañana fue la "marea roja" la que congregó a 50.000 personas contra el "golpe" al Gobierno de Rousseff, a última hora del día las banderas de Brasil de los "playboyzinhos", como se conoce a los jóvenes de clase alta en la futura sede olímpica, tomaron masivamente la playa de Copacabana. "Que bien que los favelados se han dado cuenta de que se les ha acabado el cuento", denunciaba Guilherme Paes, abogado y simpatizante del MBL, en referencia a la manifestación que horas antes había ocupado uno de los barrios más ricos de la ciudad. Un discurso moderado si se compara con el de los miles partidarios del diputado Jair Bolsonaro, máximo representante de la extrema derecha de Brasil, que el domingo eran fácilmente reconocibles en Copacabana.

Vestido de militar y sujetando un muñeco de Rousseff con un uniforme de presidiaria, el estudiante Rodrigo Nunes disparaba contra los programas sociales del Partido de los Trabajadores (PT): "Ya hemos visto el resultado de regalar los impuestos de los brasileños honrados a los favelados, han arruinado nuestro país". Un reflejo de los discursos extremos a los que los fanáticos de ambos bandos se entregaron en las calles de las capitales de 19 estados de todo el país. Una extensión del patético espectáculo ofrecido en Brasilia por los 513 miembros de la Cámara de los Diputados. 

Los insultos, los himnos, el confeti y las pancartas de todo tipo convirtieron la Cámara Baja en un circo en el cual los diputados favorables al 'impeachment' llevaron la voz cantante. Si algo demostró el día "D" de la política de Brasil es que la mayor democracia de América Latina sigue siendo un fiel reflejo de su pueblo. Un pueblo aficionado a las grandes demostraciones de su pasión, como lo son el fútbol o el Carnaval. Un pueblo que permanece dividido entre ricos y pobres, blancos y negros, flamenguistas y fluminenses. Brasil fue el domingo un "Fla-Flu" de 208 millones de personas.