Bruselas, aislada
- Atentado en Bruselas: la última hora, en directo
Bélgica no está dispuesta a revivir los acontecimientos posteriores a los atentados de París, cuando cundió el pánico y las autoridades belgas decidieron cerrar a cal y canto la capital. Pero el Gobierno que dirige el liberal Charles Michel no ha tenido más remedio que aislar de nuevo Bruselas para garantizar la seguridad de sus ciudadanos tras el grave zarpazo dado este martes por el terrorismo yihadista. Transporte público, centros comerciales, museos y cines se veían obligados a echar de nuevo la persiana.
“Se invita a la población a permanecer donde esté: escuelas, empresas, casas”, pedían las autoridades poco después del segundo ataque cometido contra una estación de metro ubicada a dos pasos de las instituciones europeas. Una recomendación que ha obligado a sitiar numerosos edificios. La sede de la Comisión Europea, por ejemplo, ha mantenido durante buena parte del día a los funcionarios que ya habían llegado a trabajar a la hora de los atentados en el interior y lo mismo muchos edificios ubicados dentro del perímetro de seguridad entorno a la estación de metro Maalbeek.
El ataque no solo paralizaba el aeropuerto, que seguirá cerrado este miércoles, y el metro. La red telefónica quedaba colapsada durante buena parte del día. También se cancelaban trenes –entre ellos las conexiones internacionales con París, Londres o Amsterdam- y tranvías, aunque a media tarde algunas líneas y estaciones reabrían sus puertas para tratar de devolver una cierta normalidad a la ciudad y permitir a los trabajadores regresar a sus casas. Una operación complicada dado que todos los viajeros eran obligados, por motivos de seguridad, a entrar por una única entrada.
Las escuelas, en cambio, han mantenido las puertas abiertas y está previsto que lo vuelvan a hacer este miércoles aunque son conscientes de que muchos padres optarán seguramente por dejar en casa a sus hijos.
Bruselas, por tanto, ha vuelto a funcionar a medio gas. Seis de sus grandes centros comerciales cerraban sus puertas, lo mismo que las dos macrotiendas que Ikea tiene en la capital -situadas en barrios de la perifería- así como algunos supermercados, cines y museos.
También se anulaban actividades y conciertos en salas como la Ancienne Belgique, la grabación del programa The Voice y hasta el entrenamiento previsto por la selección nacional de Bélgica en el estadio Rey Balduino para preparar el enfrentamiento contra Portugal del próximo 29 de marzo, que podría ser suspendido como ya lo fue el Bélgica-España el pasado 17 de noviembre.
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