De la guerra de Siria a la paz de Escocia

Una docena de familias de refugiados sirios encuentran amparo en la isla escocesa de Bute, que se vuelca en su integración

Refugiados sirios en el campo libanés de Barelias.

Refugiados sirios en el campo libanés de Barelias. / NM PT

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En la isla de Bute Bute no hay desierto, ni palmeras brillando al sol, ni dátiles en las tiendas. Los 7.000 habitantes de este pedazo de tierra de 120 kilómetros del oeste de Escocia están acostumbrados a los cielos grises y la lluvia racheada por el viento. Un lugar que en otro tiempo fue colonia balnearia es donde tratan de iniciar una nueva vida 12 familias de refugiados sirios, desde principios de diciembre. “Son gente que viene de pequeños pueblos, o de zonas rurales, por lo tanto creemos que la transición y la adaptación es un poco mejor”, explica Clellan Sneddon, al frente de los servicios comunitarios del Ayuntamiento de Argyll and Bute. 

Tras volar a Glasgow desde  los campos de refugiados del Líbano, las familias alcanzaron la localidad de Rothesay en ferry. Allí han recibido alojamiento y los niños han empezado a ir a la escuela, mientras un equipo de voluntarios trata de allanar las barreras del día a día, empezando por el inglés. Muchos  de los recién llegados poseen una formación escolar muy escasa y  tampoco se desenvuelven bien en árabe. “¿Cómo pueden aprender una lengua diferente si no saben como leer y escribir en árabe?”, señala Amer Masri para añadir: “Lo que estamos haciendo es enseñarles en paralelo el árabe y el inglés”.

Masri forma parte de un grupo de sirios que vive en Escocia y está ayudando a sus compatriotas. Él mismo huyó del régimen de Bashar el Asad en el 2011. Hoy trabaja como investigador científico en Edimburgo, la ciudad donde reside con su mujer y sus hijos. Las autoridades locales en Bute han contratado los servicios de traductores para mejorar la comunicación con las familias. 

PRODUCTOS HALAL

Otro problema ha sido la comida. En el supermercado Co-Op y en las  tiendas de la isla no hay carne halal, ni legumbres, ni se encuentran los condimentos habituales para cocinar como en Oriente Medio. La ayuda en este caso ha llegado de un famoso chef nacido en Jerusalén, Yotam Ottolenghi, el gran divulgador en el Reino Unido de la comida de su región. Ottolenghi ha ofrecido el envío de garbanzos, especias y jugos de fruta.También se ha recibido una importante donación de productos halal, de cuyo aprovisionamiento se encarga Tariq Iqbal, otro voluntario, cuyos padres llegaron hace años a Escocia procedentes de Paquistán .

“Muchos de los refugiados han vivido experiencias trágicas y traumáticas. Algunos fueron detenidos y torturados y hay un gran problema de stress post-traumáticostress post-traumático”, afirma Masri. “A todo eso hay que añadir el stress que implica trasladarte a otro continente y a otra cultura. Su situación psicológica es muy delicada”, añade. La mayor inquietud ahora es mantener a reporteros y cámaras a distancia. “Algunas familias están preocupadas de que puedan ser identificadas en fotografías o filmaciones de la televisión y que eso tenga consecuencias para sus familiares en Siria”, afirma de John Duncan, uno de los residentes de Rothesay, que está ayudando a los refugiados. La respuesta de la comunidad, señala, ha sido “fantástica”. De la misma opinión es Craig Borland redactor jefe del semanario 'The Buterman'. “La gran mayoría” les ha acogido con los brazos abiertos.

Bute fue en otro tiempo conocida como la Madeira de Escocia. Un destino vacacional para las gentes de Glasgow, ahora en decadencia, donde no existe ninguna mezquita. Las discusiones están en marcha para que un imán viaje los viernes para oficiar los rezos. De momento los niños sirios ya han asistido a una representación navideña de “El gato con botas” y lo pasaron en grande.