Escenario complejo en Turquía

El Gobierno islamista turco combate a varios enemigos a la vez, también enfrentados entre sí

Escenas de caos en el lugar del atentado.

Escenas de caos en el lugar del atentado.

J.T.
ESTAMBUL

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¿Amenaza a la seguridad nacional o arriesgado juego político? El doble atentado que sacudió la capital de Turquía ha reactivado los recelos del sector opositor ubicado más a la izquierda sobre los procederes del Estado turco. Selahattin Demirtas, colíder del prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP), no dudó en acusar al Gobierno como responsable de la masacre acontecida en Ankara. «En nuestra opinión, este no es un ataque de autoría oscura o llevado a cabo por fuerzas externas», afirmó.

Es un parecer compartido por un amplio espectro del público turco: el ascenso del HDPvinculado parcialmente al grupo armado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), cerró las puertas de la mayoría absoluta al gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). Un mes después de conocerse los resultados electorales, las hostilidades se reiniciaron entre el PKK y el Gobierno, rompiendo así un proceso de paz iniciado en 2013.

De este modo, Ankara parecía dispuesta a mostrar los lazos entre el HDP y la organización terrorista de cara a un entonces posible adelanto electoral (ahora confirmado) y restar votos a la formación izquierdista, mientras ganaba apoyos conservadores. Sin embargo, las encuestas de intención de voto no han arrojado el resultado esperado por el AKP.

Los objetivos de esta campaña antiterrorista, según el Gobierno, eran también otros grupos armados, como el marxista DHKP-C y el Estado Islámico (EI), aunque el PKK ha centrado este operativo. La laxitud con la que Ankara ha hostigado al EI en su territorio formaría parte de un doble juego que el Ejecutivo habría estado desarrollando respecto a los yihadistas, pues la zona de operación de estos limita con los territorios habitados por la población kurda, enemiga histórica de Ankara. Asimismo, al Estado Islámico también le interesa desestabilizar Turquía para poder operar en su territorio con mayor facilidad.

Bruselas también ha puesto al Gobierno turco en el punto de mira por su condición de pista de aterrizaje de yihadistas que buscan enrolarse en las filas del EI en Siria. «Querríamos poder tener más información para identificarles cuando no sea demasiado tarde», se defendió el pasado mes de febrero una fuente de Exteriores en declaraciones a este diario. Este departamento ha reconocido que Turquía no tiene capacidad de blindar los casi 900 kilómetros de porosa frontera con Siria y se ha escudado en que la presión fronteriza debido a los refugiados sirios es demasiado fuerte.

Fuentes de inteligencia consultadas por EL PERIÓDICO opinaron que, de no reclamar ningún grupo la autoría del ataque en Ankara en las próximas 48 horas, podría tratarse de una «operación de bandera falsa», como se conocen los actos perpetrados por un actor determinado (como organizaciones de inteligencia o estados, por ejemplo) y cuya responsabilidad se trata de atribuir a un tercero.