INCIDENTES EN ESTADOS UNIDOS

Alta tensión en Ferguson

Integrantes de una milicia armada comienzan a patrullar la ciudad tres tres noches de protestas raciales

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Ferguson no deja de ser un polvorín donde bullen las tensiones raciales con la policía pero en el suburbio de San Luis (Misuri) se ha frenado la mecha de la violencia que prendió el fin de semana, al menos de momento.

El lunes, en la tercera noche de protestas organizadas para marcar el primer aniversario de la muerte del joven negro desarmado Michael Brown a manos de un policía blanco, y bajo el estado de emergencia declarado por el gestor municipal, Steve Stenger, hubo 23 arrestos, tras decenas más durante el día. No se registró, no obstante, ningún disparo ni tampoco actos de pillaje, robos, daños a la propiedad o heridos, según informó la policía. Tampoco se emplearon bombas de humo ni gases lacrimógenos aunque los agentes sí llegaron a usar vaporizadores de gas pimienta.

Es una respuesta distinta a la del año pasado, cuando el gobernador, Jay Nixon, convirtió las calles de Ferguson en un teatro de guerra, con presencia de efectivos de la Guardia Nacional «tácticas militares» como despliegue de vehículos acorazados y francotiradores que le valieron las críticas del Departamento de Justicia e incluso llevaron al presidente, Barack Obama, a replantear los programas que facilitan equipamiento sobrante del Pentágono a departamentos de policía locales y estatales.

Es también una situación distinta a la del domingo por la noche, cuando un joven negro de 18 años, Tyrone Harris, resultó gravemente herido por la policía. El adolescente ha sido imputado con 10 cargos, incluyendo el de asalto a la autoridad, pero su novia y sus familiares insisten en que el relato oficial no cuenta toda la verdad. Según ellos, Harris participaba en una transacción con una televisión de plasma que se había robado en un acto de pillaje, pero no disparó a los agentes. «No digo que sea una persona perfecta, se ha metido en problemas con la ley y cometido algunos errores, pero estaba intentando poner su vida en orden», ha asegurado el padre.

«Contra todos los enemigos»

El lunes y el martes, en Ferguson, la calma fue tensa, pero fue. A nadie, no obstante, se le escapa su fragilidad.Por avenidas como West Florissant y Ferguson han empezado a patrullar en su vestimenta paramilitar y fuertemente armados los llamados Oath Keepers (Guardianes del juramento), una milicia de exmilitares y policías. Su compromiso, según explican en su web, es «la defensa de la Constitución contra todos los enemigos, extranjeros y nacionales».

El Southern Poverty Law Center, especializado en el análisis y seguimiento de grupos extremistas, los define como una organización «ferozmente antigobierno y militarista», uno de los grupos autocalificados de «patriotas» que más rápido crecen en EEUU. La ley en Misuri les ampara a llevar a la vista sus rifles y otras armas, pero también estipula que el permiso funciona siempre que no se haga «de manera amenazante». Hay, además, algo más que la mera norma. Hasta el jefe de la policía del condado, John Belmar, ha definido su presencia en Ferguson de «innecesaria e inflamatoria». 

Aun así, la ciudad por ahora contiene el fuego, algo que ayer quedaba claro en el recuerdo de lo ocurrido hace 50 años exactos en Watts. Entonces la paliza de la policía a un negro que conducía borracho y a su madre incendió, literalmente, Los Ángeles. En seis días hubo 34 muertos, 1.000 heridos y masiva destrucción.