España, un país rácano con los refugiados

Las organizaciones por los derechos humanos denuncian la falta de apoyo de España ante las peticiones de los refugiados

CARLES PLANAS BOU / BARCELONA

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Huir de la guerra y la persecución es tan solo el primer paso del largo camino del refugiado. Es el caso de Nina, una joven madre de Uzbekistán perseguida por su marido y discriminada por querer estudiar junto a los hombres. Pidió asilo en España para ir a vivir junto a su hermano pero ante las dificultades acabó marchándose a Alemania, donde le dieron el permiso de acogida. Después de meses de obstáculos burocráticos y con el apoyo de organizaciones activistas como la CCAR, ahora Nina vive con su familia en Barcelona y cuenta su historia con los ojos vidriosos y una sonrisa medio rota.

La tendencia a pedir asilo a los miembros de la UE ha crecido un 44% en el último año hasta llegar a los 625.000 casos, mientras que a nivel global las peticiones a los 44 países más industrializados se han disparado hasta los 866.000, la mayor cifra en las últimas dos décadas. Aunque los datos muestran el alcance de la tragedia, la UE aún tiene mucho trabajo por delante. «Es patético que haya más asilo en países pobres y sin capacidad ni recursos que en Occidente», lamenta Estel·la Pareja, directora de la CCAR.

Aunque el Gobierno español haya abierto dos oficinas de asilo en Melilla, la aprobación de la polémica ley de seguridad ciudadana del Partido Popular mantiene su política de contención de los refugiados. «Las devoluciones en caliente que permitirá la ley son una violación gravísima al derecho internacional», reprocha el exrepresentante de ACNUR en España Carlos Boggio.

En casos menos esperanzadores que el de Nina, llegar al país de acogida puede ser otra fase dramática para el refugiado. «En España la carencia de apoyo y ayuda del Estado es lamentable e indigna», critica Pareja. El confinamiento de personas en los CIE, denunciados por su opacidad por organizaciones para los Derechos Humanos, dificulta más el acceso al asilo.

España solo ha concedido el estatuto de refugiado a 384 personas, muy por debajo de los 33.310 y 12.020 casos de Alemania y Francia, donde hay más peticiones. Pero tener el asilo tampoco es garantía de nada. En algunos casos, los refugiados prefieren volver a arriesgarse a los peligros de su país de origen que instalarse en la mendicidad y la exclusión social perpetua a la que quedan condenados.