TRAGEDIA EN ASIA
Testimonios de supervivientes españoles del terremoto de Nepal
Antonio Sánchez, jubilado, 61 años, residente en Vilassar de Mar:
“LOS EDIFICIOS SE DERRUMBARON, TODO SE LLENÓ DE ESCOMBROS"
«Vine a celebrar la jubilación con el trekking de mi vida. Ya había regresado y caminaba por una callejuela de Katmandú cuando todo empezó a temblar. Primero pensé que era yo que me mareaba. Luego, en un ataque aéreo. El aire, el ruido... Parecía como si nos sobrevolaran aviones. Me escondí rápido en un rincón, pero salí al ver a todo el mundo correr hacia otra calle más ancha. Fueron tres minutos horribles. Me asusté mucho, no sabía qué estaba pasando. En la primera réplica vi a gente aterrorizada. Bajaban de coches en marcha, con las manos en la cabeza, intentando ponerse a salvo. La mitad de edificios del centro histórico se hundieron, todo se llenó de escombros. Mi alojamiento, a 15 minutos, no resultó afectado. Tenía 14 plazas y en la primera noche fuimos 94. La gente dormía en terrazas, tenía miedo de volver a sus casas y hoteles por las réplicas. Días después la comida empezó a escasear, apenas si nos daban arroz».
Huascar Huaman, importador textil, 33 años, residente en Madrid:
“DORMIMOS AL RASO, BAJO UNA CARPA DE PLÁSTICO, SIN NADA MÁS"
«Fue una sensación muy extraña. Había salido de una tienda, en Katmandú, y el suelo empezó a moverse. Pensé que me mareaba, que no había desayunado. Cuando vi a la gente correr, creí que nos bombardeaban. Salimos a campo abierto, y desde allí vimos como caían trozos de edificios, parecían de plastilina. La gente estaba entre histérica y paralizada. Yo estaba allí en medio, solo y asustado. Cuando vinieron las primeras réplicas, luego fueron constantes, me sentí angustiado y preocupado. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de la gravedad de la situación, pensé que no podríamos salir del país. El hotel, de nueva construcción, no resultó afectado, pero todos salimos a dormir al descampado por si acaso. No había electricidad ni apenas agua. Los depósitos se habían roto al caer. Dormimos y comimos fuera, mientras llovía, bajo una carpa de plástico, sin nada más. Yo tenía una manta que había cogido del avión, otros no tenían nada».
Servando Bernad, técnico de electromedicina, 36 años, residente en Huesca:
“ESTÁBAMOS DE LUNA DE MIEL CUANDO NOS PILLÓ EL SEÍSMO"
«Estábamos de luna de miel con mi mujer en Nepal cuando nos sorprendió el terremoto en el segundo día del trekking de los Annapurna. Habíamos llegado a Ghode Pani, el punto más alto, y estábamos en un refugio. Sentimos el primer temblor como si fuera el ruido de una obra grande, cuando de repente los guías nos gritaron que saliéramos rápido al patio. Tenían toda la razón, lo peor vendría después. Por la tarde hubo 28 réplicas más, y decidimos dormir fuera, vestidos, con todo preparado por si había que salir corriendo. Se cortó la electricidad y el teléfono, pero nos dejaron usar un teléfono satélite para contactar con los familiares. Los guías, pese a estar incomunicados con sus familias, se quedaron siempre con nosotros. Pudimos acabar el trekking y en dos días llegamos a Pokhara, a 200 kilómetros de Katmandú. Volviendo hacia allí vimos pueblos completamente destruidos. Suerte que llevábamos agua y comida con nosotros».
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