NUEVA ETAPA EN LA UE

La comisión de Juncker hereda una Europa débil

Barroso, el presidente saliente de la Comisión Europea, ayer.

Barroso, el presidente saliente de la Comisión Europea, ayer.

MONTSE MARTÍNEZ / BRUSELAS

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A juzgar por la despedida del presidente saliente de la Comisión Europea, el portugués Jose Manuel Durao Barroso, lo mejor que nos ha podido pasar para cerciorarnos de la potencia del proyecto europeo es enfrentarnos a una crisis sin precedentes y salir medianamente airosos. Pero, tras esta lectura optimista de sus 10 años de mandato, la realidad es que el nuevo timonel, el luxemburgués conservador Jean-Claude Juncker, hereda una Europa algo recuperada pero peligrosamente débil que, de recaer, se sumiría en la temida tercera recesión. El conflicto entre Ucrania y Rusia, en el ámbito geopolítico, constituye también, a día de hoy, una amenaza de primera envergadura para la estabilidad europea.

Son dos de los principales retos a los que se enfrenta la nueva Comisión Europea que, si un imprevisto harto improbable no lo impide, será aprobada este miércoles por la Eurocámara en lo que supone el último paso antes de ponerse a trabajar a principios de noviembre.

El pacto entre los dos principales grupos políticos del Parlamento Europeo, conservadores y socialistas, a los que también se unen los liberales, no dejará ninguna posibilidad para la sorpresa. La nueva Comisión Europea ideada por Jean-Claude Juncker obtendrá el visto bueno pese al voto en contra anunciado ya por los grupos de izquierda y euroescépticos. Un equipo de 28 comisarios, seis de ellos ocupando vicepresidencias como novedad, en el que el controvertido exministro español Miguel Arias Cañetes ocupará la cartera de Energía y Cambio Climático.

Los mismos europarlamentarios que votarán al equipo de Juncker escucharon este martes la media hora que duró el adiós de Barroso. Sin papeles, porque dijo querer transmitir «emociones», el presidente saliente se congratuló de cómo Europa, a su juicio optimista, ha salido airosa de «la peor crisis desde la integración europea».

AL BORDE DEL ABISMO

«Una crisis para la que -dijo- no estábamos preparados ni económica, ni política ni socialmente». «Estuvimos al borde del abismo», sentenció Barroso para, a renglón seguido, asegurar: «Ahora somos más fuertes». Se recreó en su legado, el presidente que se marcha. Y es que 10 años dan para mucho cuando, además, en el camino, el proyecto europeo pendió de un hilo, especialmente cuando Grecia parecía tener un pie dentro y uno fuera. Pero también habló de futuro y de los principales retos que va a tener su sucesor.

Barroso puso entonces sobre la mesa todos los ingredientes del debate que, a día de hoy, manda en Europa. Cómo potenciar la inversión para crecer y crear empleo sin engordar sobremanera el ya maltrecho déficit de muchos estados.

«Es una caricatura», dijo Barroso para negar que la voluntad política de la UE haya sido, como se propugna, la austeridad. Sin nombrarla, Barroso se refirió a Alemania para atribuirle la responsabilidad de frenar cualquier ambición de inversión.

También sin nombrarla, el presidente saliente de la CE lanzó un claro mensaje a Francia. «Después de lo que hemos hecho, podríamos cometer un error y abandonar nuestra determinación», dijo Barroso en referencia a los Estados que plantean flexibilizar el déficit y las reformas estructurales. Barroso volvió a repetir el mensaje que se oye, como si de un mantra se tratara, en Bruselas. La fórmula mágica para crecer pasa por combinar reformas, estímulos fiscales e inversión.

El último escollo antes de que la Eurocámara dé hoy luz verde al equipo de Juncker se superó ayer por la tarde. Después de que la exprimiera ministra eslovena Alenka Bratusek fuera la única descabalgada como comisaria, su sustituta, Violeta Bulc, recibió el visto bueno al superar el examen y ocupará la cartera de Transportes.