El islam francés se enfrenta a un doble reto
Filósofos instan a los musulmanes a condenar al EI y los imanes exigen inversión en la 'banlieue'
En el multicultural barrio parisino de la Goutte d'Or, tres jóvenes francoargelinos caminan a paso ligero para llegar a tiempo a la oración del viernes en la pequeña mezquita del Instituto de las Culturas del Islam. Cuando se les menciona al Estado Islámico su reacción es clara: «Eso no tiene nada que ver con el islam. Lo que pasa en Siria o en Irak nos da igual. Nuestro profeta dice que si alguien mata a una persona decente sin razón es como si matara a todo el mundo»
Los crímenes cometidos en nombre de la yihad, y especialmente la decapitación del guía de montaña Hervé Gourdel a manos de terroristas argelinos desgajados de Al Qaeda, ha reabierto el debate sobre la actitud que debería mostrar la comunidad musulmana en Francia, unos 4,1 millones según el Instituto Nacional de Estudios Demográficos (Ined). Aunque el llamamiento del rector de la Gran Mezquita de París, Dalil Boubakeur, para mostrar la repulsa al asesinato de Gourdel fue secundada por unas 2.000 personas, otras voces cuestionan tener que desmarcarse de algo que no tiene nada que ver con su manera de vivir el islam. «Francia está en crisis económica y política y siempre hay que buscar un culpable. Y los culpables, desde hace 10 años, son los musulmanes», dice un joven activista bajo anonimato.
Realidad de cifras
El país se ve enfrentado a la realidad de las cifras. Casi 1.000 ciudadanos franceses han caído en las redes yihadistas. Según las cifras manejadas por el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, 350 están combatiendo en Siria (60 de los cuales son mujeres), 230 tienen pensado hacerlo, unos 180 han vuelto a territorio francés. Lo más sorprendente es que son los jóvenes que menos conocen el islam quienes más atraídos se sienten por los cantos de sirena radicales. «Antes los terroristas embaucaban sobre todo a jóvenes procedentes de familias desestructuradas de barrios desfavorecidos, Pero hoy ya no es así», asegura la antropóloga Dunia Bouzar, quien agrega que la mayoría de los jóvenes que se adhieren al islam radical «no han puesto jamás los pies en una mezquita ni visto un imán de carne y hueso». Sin embargo, hay imanes que sí ve urgente llevar a cabo una labor en las banlieues, como Azzedine Gaci, rector de la mezquita de Villeurbanne, en Lyón. «Los imanes no hablan bastante de los terroristas del Estado Islámico porque tienen miedo de la reacción de algunos jóvenes», asegura en la revista Marianne. Para el filósofo Abdenur Bidar el reto del mundo musulmán es hacer autocrítica, abrirse a las reformas y romper para siempre con el islam reaccionario.
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