VIOLENCIA EN UN PAÍS AMERICANO

México descubre a los estudiantes desaparecidos en fosas comunes

La fiscalía ha detenido a 22 policías por la desaparición de los 43 jóvenes

Policía mexicanos en la colonia La Parota, a las afueras de la ciudad de Iguala, donde fueron halladas las fosas.

Policía mexicanos en la colonia La Parota, a las afueras de la ciudad de Iguala, donde fueron halladas las fosas.

TONI CANO

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Een contubernio con policías y funcionarios, los narcos imponen su ley en México incluso a la hora de reprimir y matar estudiantes. Con resultados escalofriantes. Las autoridades del estado de Guerrero encontraron el sábado media docena de fosas comunes en Iguala. Muy cerca de donde ocho días antes desaparecieron 43 alumnos de la escuela de Magisterio, después de que una manifestación fuera atacada por policías municipales y pistoleros. Si aquellos hechos dejaron seis muertos, los forenses afirmaban a última hora de ayer que «los cuerpos de las fosas corresponden a los estudiantes desaparecidos».

Pocas horas antes y tras una semana de zozobra y protestas, sus familiares y otros alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa gritaban «¡asesino, asesino!» al gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, que se presentó en la reunión que sostenían con el fiscal, Iñaky Blanco. La fiscalía de Guerrero seguía «sin certeza sobre la identidad de los cadáveres», pero señalaba como culpables a los «sicarios y gatilleros de la delincuencia organizada». Y un policía de ese organismo decía con toda normalidad: «¿Que por qué el procurador dijo que eran huesos? Porque los quemaron con diesel».

Lo atroz es ya cotidiano, al menos en varios estados mexicanos, y la noticia apenas tuvo repercusión. Pero los gritos de las familias se tradujeron ayer en cócteles molotov que grupos estudiantiles lanzaron contra la residencia del gobernador en Chilpancingo,  capital de ese estado de Guerrero. Su desesperación se mostró durante  la semana en manifestaciones para exigir que los 43 desaparecidos «regresaran con vida» y protestar por el «asesinato de tres normalistas» ( estudiantes de La Normal) en el violento fin de semana anterior.

Autobús ametrallado

Aquel sábado, la policía municipal dispersó a tiros una manifestación de los normalistas de esa escuela rural de Ayotzinapa.  Y cuando los estudiantes se retiraban, aparecieron en su camino grupos de pistoleros que les dispararon de nuevo y que los persiguieron hasta los autobuses. Más tarde, ya de noche, los sicarios tirotearon un autobús lleno de estudiantes, entre ellos los del equipo de fútbol de Los Avispones. Uno de los chavales murió, así como un taxista y una mujer alcanzados por el ametrallamiento.

El alcalde y el jefe de la policía de Iguala pusieron pies en polvorosa. «No descansaremos hasta castigar y encarcelar a todos los responsables», aseguró el gobernador Aguirre tras ofrecer «solidaridad y apoyo» a los familiares de «quienes fueron salvajemente masacrados».

La fiscalía detuvo a 22 municipales y los envió al penal de Las Cruces, en Acapulco. El fiscal Blanco dijo ayer que ya eran 30 los detenidos, entre «policías municipales, miembros de la delincuencia organizada y simples gatilleros».

Iñaky Blanco precisó: «Podemos decir que existen elementos para  establecer la implicación de Guerreros Unidos, grupo de la delincuencia organizada, del que varios elementos de la policía municipal son parte».

La policía dispersó otras veces a los normalistas de Ayotzinapa porque cortaban la autopista de Acapulco. Esta vez -se decía en la capital—los narcos atacaron, mataron y calcinaron a estudiantes porque están «molestos» por el secuestro de autobuses y daños a los negocios en los que blanquean dinero.