Libertad para un idealista

Los padres de Bergdahl, el sábado en la Casa Blanca, tras conocer la liberación de su hijo.

Los padres de Bergdahl, el sábado en la Casa Blanca, tras conocer la liberación de su hijo.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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Cinco años después de que fuera capturado en el sureste de Afganistán, EEUU logró el sábado la liberación del único prisionero de guerra que le quedaba en el país centroasiático. El sargento Bowe Bergdahl, de 28 años, fue canjeado por cinco destacadas figuras talibanes recluidas en el penal de Guantánamo. El acuerdo se produjo después de una semana de intensas negociaciones conducidas por intermediarios catarís y, aunque ha sido recibido con satisfacción en EEUU, ha despertado algunas críticas en el Congreso por la forma en la que se ha producido y porque rompe con el teórico rechazo estadounidense a negociar con terroristas. Con la liberación de Bergdahl se cierra otro de los capítulos de la guerra de Afganistán, pero se reabre el misterio que acompañó su desaparición. Una versión sostiene que desertó voluntariamente.

Nada más ser entregado por una comitiva de 18 talibanes, un trámite que transcurrió sin incidentes, Bergdahl subió a un helicóptero militar estadounidense, según publica el Washington Post. En una hoja escribió «¿SF?», inquiriendo si eran las fuerzas especiales las que lo habían recogido. «Sí», respondió a viva voz uno de los soldados. «Llevábamos mucho tiempo buscándote». Tras cinco años de penuria y cautiverio, el sargento se echó a llorar.

Confirmada su liberación, el Pentágono dio el siguiente paso. En la base cubana de Guantánamo cinco talibanes subieron a un avión militar para ser trasladados a Catar, donde permanecerán un mínimo de un año para que no puedan volver, al menos de inmediato, a la lucha armada. Así lo especifica el acuerdo.

«Su país nunca le olvidó», dijo el domingo el presidente Barack Obama en la Casa Blanca. «EEUU nunca deja atrás a nuestros hombres y mujeres en uniforme», añadió. Al lado tenía a los padres de Bergdahl, Jani y Robert, este último con una barba frondosa como la que su hijo lucía en alguno de los vídeos colgados periódicamente por sus captores en internet. Con el paso del tiempo, esos vídeos fueron mostrando el deterioro físico del soldado, pero su familia nunca lo dio por perdido.

Criticaron a la Administración cuando sintieron que no estaba haciendo lo suficiente y llegaron incluso a establecer contacto con los talibanes. El domingo en la Casa Blanca su padre dijo que Bergdahl «tiene problemas para hablar en inglés» y se dirigió a él en pastún. «Soy tu padre, Bowe», le dijo en la lengua de los talibanes este cartero atípico que estudió antropología.

ESGRIMA Y BALLET / El sargento Bergdahl se crió en los bosques de Sun Valley (Idaho), en una cabaña que sus padres construyeron tras mudarse de California. La casa no tenía teléfono, pero sí una biblioteca con cerca de 5.000 libros. Ni él ni su hermana fueron nunca al colegio. Su madre se encargó de educarlos. Seis horas al día de clases, con mucha filosofía y ética de raíces cristianas, desde San Agustín a Santo Tomás de Aquino. A los 5 años, el futuro soldado sabía disparar y montar a caballo, según un largo reportaje que publicó hace 2 años Rolling Stone, y más tarde aprendió esgrima y ballet clásico.

Era aventurero e idealista, y quiso alistarse en la Legión Francesa. Llegó incluso a mudarse a París y a aprender francés, pero la Legión rechazó la solicitud. Fue entonces cuando se enroló en el Ejército de EEUU porque, según le explicó su padre a la revista, quería ayudar a los afganos a reconstruir sus vidas y defenderse.

Bergdahl recaló en la provincia de Paktika, en el sureste de Afganistán, poco después de que Obama triplicara el número de tropas desplegadas en el país, la fase más cruenta de la guerra en términos de bajas estadounidenses. Su pelotón de dedicaba a la contrainsurgencia, esencialmente a ganarse a la población afgana. «Pasaba más tiempo con los afganos que con su pelotón», le dijo uno de sus compañeros a Rolling Stone. En sus filas reinaba aparentemente el caos y la indisciplina y Bergdahl se fue desencantando.

En la último correo que envió a sus padres decía estar «avergonzado de ser americano». «Esta gente necesita ayuda y lo que reciben del país más engreído del mundo son palabras diciéndoles que no son nada y son unos estúpidos», escribió. Allí también contaba que había visto cómo un vehículo militar estadounidense arrollaba a un niño afgano, pasándole por encima.

Tres días después, el 20 de junio del 2009, Bergdahl desapareció. Y es aquí cuando la cosa se complica. La versión oficial del Pentágono sostiene que fue capturado por la red Haqqani, aliada de los talibanes, tras quedarse atrás durante una patrulla. De los cables de Wikileaks, que reproducen conversaciones de los insurgentes afganos, se extrae que lo cazaron mientras estaba sentado en el váter. Pero Rolling Stone, citando fuentes de su pelotón, aseguró que se marchó por su propia voluntad, llevando consigo agua, un cuchillo, una cámara de fotos y su diario.

El Pentágono no compró esa versión o ha preferido obviarla porque durante los cinco años de su cautiverio lo ascendió en tres ocasiones de rango. Pero ayer la controversia seguía arreciando. Navy News, una revista militar, aseguraba que su liberación ha sido recibida entre la comunidad castrense «con diversidad de opiniones, en el mejor de los casos». Y se refería a algunos comentarios en la página de Facebook de Army Times, donde se le describe como «traidor» y «desertor».