CONSECUENCIAS DEL ÉXITO DIPLOMÁTICO EN GINEBRA

El acuerdo con Irán divide a los rehenes de la embajada de 1979

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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Para el mundo fue una crisis internacional, el origen de la ruptura de relaciones entre Irán y Estados Unidos. Para 52 diplomáticos y ciudadanos estadounidenses, aquellos 444 días entre noviembre de 1979 y enero de 1981 fueron una experiencia personal. De los rehenes de aquella crisis que abrió 34 años de ruptura, 33 siguen vivos hoy. Unos con escepticismo, otros con desconfianza y otros con optimismo miran con distintas perspectivas el pacto que se selló el fin de semana con Teherán para frenar su programa nuclear.

Entre las esperanzadas está Kathryn Koob, que llegó en septiembre de 1979 a Teherán para dirigir la Iran-American Society y fue una de las dos únicas mujeres retenidas. «No puedo hablar del acuerdo concreto porque no he estado involucrada y sería presuntuoso, pero sí puedo decir que me alegro de que por fin se esté negociando, hablando unos con otros, intentando hacer que las cosas funcionen», decía ayer por teléfono desde Iowa.

La apuesta por el diálogo es la que también predomina entre varios de los diplomáticos secuestrados hace 34 años que han hablado con AP y con Reuters. Para Victor Tomseth, por ejemplo, el pacto entra «en la categoría de una medida inicial de confianza». Y John Limbert, que llegó a ocupar en el 2009 y el 2010 un cargo en la secretaría de Estado vinculado a Irán, apoya las negociaciones no tanto porque confíe en Teherán, sino porque cree que el régimen iraní entiende que el pacto va en su propio interés.

El apoyo y el voto de confianza no es, ni mucho menos, generalizado entre los supervivientes de aquella crisis. El coronel retirado de la Fuerza Aérea Thomas Schaefer ha descrito como «una locura» el acuerdo alcanzado en Ginebra y ha dicho: «Nunca encontré un líder iraní en el que pudiera confiar y no creo que hoy sea distinto».

«UN TRAGO DIFÍCIL» / Rodney Sickmann, un sargento de los marines que como Schaefer fue también oficial militar en la embajada en Teherán, ha cuestionado el diálogo: «Duele, es un trago difícil, negociamos con nuestros enemigos y acuchillamos por la espalda a nuestros aliados».

Para algunos rehenes, además, el pacto aleja la posibilidad de que Irán alguna vez se disculpe y de que las víctimas reciban alguna compensación económica. Los acuerdos de Argelia que pusieron fin a la crisis en 1981 vetaron la reclamación en los tribunales de esas compensaciones económicas, algo que en el 2012 el Tribunal Supremo de EEUU ratificó. Y aunque el Congreso estudia propuestas para pagar a los rehenes con dinero obtenido por la violación de sanciones, el pacto de Ginebra plantea dar acceso a Teherán a hasta 7.000 millones de dólares que estaban congelados.