Situación límite en EEUU

Obama eleva la presión para afrontar la deuda

Obama, en un comedor para desfavorecidos en Washington, ayer.

Obama, en un comedor para desfavorecidos en Washington, ayer.

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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El reloj apremia y con cada segundo crece la urgencia. Estados Unidos, que desde el 1 de octubre vive con parte del Gobierno cerrado, estaba aún al cierre de esta edición asomado a la posibilidad de entrar por primera vez en un impago si no eleva el techo de su deuda. Y aunque había indicios de un potencial pacto en el Senado, la incertidumbre seguía poniendo al borde de la crisis al país y al mundo, que aún sufre las severas consecuencias de la crisis anterior.

El potencial acuerdo en el Senado se consolidaba como la solución in extremis. Por eso, el presidente de EEUU, Barack Obama, que ayer había convocado a la Casa Blanca a los cuatro líderes republicanos y demócratas de las dos Cámaras para elevar la presión e intentar romper el bloqueo, pospuso esa reunión. Lo hizo, según el comunicado de la Casa Blanca, «para dar tiempo a los líderes del Senado a que sigan haciendo importantes avances hacia una solución», dijo. El jueves vence el plazo para elevar el límite de deuda.

Horas antes, en una visita a un comedor de caridad en el que están colaborando como voluntarios funcionarios que están de baja forzosa y sin cobrar, Obama advirtió de que el país afronta «una elevada posibilidad de entrar en impago». Exigió la reapertura del Gobierno tras tres semanas de «cierre completamente innecesario» y la elevación del techo de la deuda para «asegurar que EEUU paga sus cuentas». Reiteró que no hará «concesiones». Y culpó de la crisis a la intransigencia del ala más radical del Partido Republicano, especialmente en la Cámara baja, donde un grupo de congresistas apoyados por el Tea Party ha forzado a John Boehner, el moderado que preside la cámara de mayoría conservadora, a adoptar la línea dura.

«Hemos visto esta política de riesgos como estrategia una y otra vez», denunció Obama, que expuso cierto optimismo ante los avances del Senado. Pero fue cauteloso. «Veremos si este progreso es real», dijo.

NERVIOSISMO / Desde la Cámara alta se enviaban señales de que algo se movía. Y eran mensajes que calmaban a unos mercados que aún no han entrado en pánico pero sí han dado algunas muestras de nerviosismo. Ayer, por ejemplo, abrieron con ligeras pérdidas, pero se recuperaron con las noticias del potencial pacto.

Harry Reid, líder de la mayoría demócrata en el Senado, y Mitch McConnell, líder de la minoría republicana, se reunieron varias veces a lo largo de la mañana tras un fin de semana de contactos. Los dos compartían «optimismo» de que tenían la solución al alcance. Y cobraba forma un pacto entre los dos partidos que daría financiación al Gobierno para reabrir y elevaría el techo de la deuda. A la vez, crearía un marco para negociaciones más amplias sobre presupuesto, gasto y déficit y haría concesiones mínimas a los republicanos sobre la ley de reforma sanitaria de Obama, como sería retrasar dos años la aplicación de un impuesto sobre aparatos médicos diseñado para financiar parte de Obamacare.

RECORTES AUTOMÁTICOS / Lo que estaba por pulir y conocerse eran detalles trascendentales: hasta cuándo se elevará el techo de deuda y hasta cuándo podrá reabrir el Gobierno. Y el calendario es clave porque en las conversaciones ha tomado un papel clave el «sequester», recortes automáticos de gasto que se impusieron tras la anterior crisis fiscal en el 2011.

Una de las metas para los demócratas es evitar que el 15 de enero entre en vigor la segunda ronda de esos recortes, que eliminaría del gasto público 20.000 millones de dólares. Por eso quieren asegurarse que las negociaciones presupuestarias no se extienden más allá.

Aunque el pacto se consensuara en el Senado, Boehner aún tendría otro reto por delante: superar las presiones del Tea Party y lograr el respaldo al plan en la Cámara baja.