La tensión permanente

Egipto teme ahora una puesta en libertad vigilada de Mubarak

Mubarak, postrado en un camilla, comparece en el banquillo de acusados durante una vista judicial el pasado 15 de abril ante un tribunal en El Cairo.

Mubarak, postrado en un camilla, comparece en el banquillo de acusados durante una vista judicial el pasado 15 de abril ante un tribunal en El Cairo.

KIM AMOR

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La posible puesta en libertad del expresidente Hosni Mubarak en los próximos días, tal como anunció ayer su abogado, es un elemento más que muestra el giro vertiginoso que se está produciendo en Egipto desde la destitución por la fuerza del jefe de Estado electo, Mohamed Mursi. El hombre que dirigió el país con mano de hierro durante tres décadas y que se vio obligado a dejar el poder tras la revolución del 25 de enero del 2011 ingresó en prisión poco después de ser desbancado, acusado de corrupción y de complicidad en la muerte de manifestantes durante la revuelta. También están entre rejas sus dos hijos, Alaa y Gamal.

El abogado del exmandatario, Fared al Dib, anunció su posible excarcelación después de que un Tribunal Penal de El Cairo ordenara su libertad provisional por haber expirado el plazo de prisión preventiva por uno de los casos de corrupción que se le imputan. Se trata del desvío de fondos públicos destinados al palacio presidencial, que al parecer invirtió en sus residencias privadas. Sus dos hijos, imputados también en el caso, seguirán entre rejas.

Elexrais, de 85 años y de salud debilitada, tiene aún pendiente con la justicia la acusación de complicidad en la muerte de manifestantes durante la revuelta de principios del 2011 -los llamados mártires de la revolución-. En el llamado juicio del siglo, que concluyó en junio del año pasado, fue declarado culpable, pero su abogado recurrió y un tribunal le dio la razón en enero al declarar nulo todo el proceso por errores de bulto en el procedimiento. La fecha del nuevo proceso está ahora en el aire. Mubarak tiene pendiente un tercer caso, también de corrupción.

FRENO GUBERNAMENTAL / Al Dib se mostró confiado de que su cliente pueda salir de la cárcel bajo vigilancia. «Todo lo que queda es un proceso administrativo que no debería extenderse más de 48 horas. Debería estar libre a finales de esta semana», soltó el abogado defensor. Algunos medios de comunicación oficiales, explicaron, por su lado, que las autoridades judiciales no tomarán la decisión final hasta después de algunas semanas. El exdictador está preso en la cárcel de Tora, situada en las afueras de El Cairo.

La noticia no dejó indiferente a nadie en Egipto. El impacto fue grande. No obstante, no son pocos los expertos que creen que el Gobierno interino hará todo lo que esté a su alcance para evitar la salida de prisión de Mubarak. Ciertamente, no hacen falta más incendios en un país en el que en tan solo dos años y medio han sido desbancados del poder dos presidentes tras registrarse masivas manifestaciones en las calles, aunque en circunstancias diferentes en cada caso. Mubarak renovaba su mandato con comicios amañados y fue echado del poder principalmente por la presión popular, mientras que Mursi, que llegó a la presidencia a través de elecciones libres y democráticas, fue destituido por un contundente golpe de Estado.

REPRESIÓN / La medida judicial, de hacerse efectiva, volvería a poner a prueba a los millones de egipcios que se manifestaron el pasado 30 de junio y que apoyaron la acción del Ejército contra Mursi, que permanece detenido en un lugar no revelado, y que en el 2011 también se echaron a la calle para exigir, en este caso, el derrocamiento del entonces jefe del Estado.

No ayudaría a calmar los ánimos en un momento de plena crisis política y de extrema violencia, sobre todo desde que el pasado miércoles el Ejército asaltara las dos plazas de El Cairo en las que durante semanas acamparon defensores de Mursi, principalmente miembros de los Hermanos Musulmanes, con un balance final de más de 630 muertos, según cifras oficiales. La represión y los enfrentamientos se han sucedido desde entonces en varias partes del país y han elevado la cifra de fallecidos a más de 800 civiles y cerca de 100 policías y soldados.