Protestas en Turquía

Batalla campal en Estambul

Imagen aérea de los gases lacrimógenos lanzados por la policía en la plaza.

Imagen aérea de los gases lacrimógenos lanzados por la policía en la plaza.

NANDO SALVÀ

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Solo dos días después de advertir de que la paciencia de su Gobierno tenía un límite, y solo uno después de acceder a reunirse con representantes del movimiento de protesta que hace dos semanas se desató en su contra hasta convertirse en la mayor revuelta popular que ha conocido Turquía en más de una década, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, volvió ayer a sacar la mano dura.

Desde alrededor de las siete de la mañana cientos de policías tomaron la plaza de Taksim de Estambul, sobre el papel para retirar las pancartas colgadas en edificios y monumentos pero aun así sirviéndose de chorros de agua y gases lacrimógenos, y los enfrentamientos con los manifestantes se prolongaron durante todo el día. La tensión alcanzó su máxima intensidad cuando, alrededor de las ocho de la tarde, la policía dispersó brutalmente una concentración pacífica de varios miles de personas en protesta por la intervención policial previa. «La policía se ha visto obligada a responder a las provocaciones de unos grupos marginales», declaró el gobernador de Estambul, Hüseyin Avni Mutlua, quien avisó de que la policía seguirá en Taksim día y noche hasta que la plaza esté desalojada. No dio garantías de que no entren en el parque Gezi.

Durante las horas siguientes, los manifestantes mantuvieron un pulso con los agentes en Taksim y aledaños, retirándose de la plaza cada vez que la policía usaba el gas para dispersarlos y reagrupándose cuando el aire disipaba la humareda. Los antidisturbios llegaron a lanzar bombas de gas al interior del parque Gezi, donde miles de manifestantes permanecen acampados, a pesar de que durante la mañana, y de nuevo a través de Twitter, Mutlua había asegurado: «Nadie tocará el parque».

Erdogan, por su parte, compareció por la mañana ante su partido para felicitar a la policía por la intervención. Asimismo, volvió a describir a los manifestantes como parte de un conspiración organizada por «grupos de interés» y «organizaciones ilegales» que «persiguen dañar la economía turca». El conflicto ha afectado seriamente la confianza de los inversores en Turquía. El banco central se vio obligado el lunes a intervenir para apoyar la lira, después de que esta cayera hasta sus niveles mínimos desde octubre del 2011 frente al dólar y el euro.

«MAFIOSOS» / En su intervención, Erdogan insistió en que su política no está basada en la división sino en la integración. «A pesar de que fui votado por el 51% de la población, yo me preocupo por el 100%». Asimismo, trazó una línea divisoria entre aquellos manifestantes pacíficos y los «mafiosos» que han «secuestrado» lo que empezó siendo una protesta medioambiental. «Quienes tratan de aterrorizar al pueblo deben saber que no vamos a tolerarles más. Se ha acabado», añadió.

En ese sentido, la plataforma Taksim Solidaridad se distanció inmediatamente de los ataques con cócteles molotov de la mañana contra los camiones policiales. A través de las redes sociales rápidamente se extendió la sospecha de que esa minoría violenta estaba orquestada por las propias autoridades turcas para desacreditar al conjunto de los manifestantes.

«Todo ha sido un teatro», explicó Erdem Güden, estudiante de 19 años que participó en una cadena humana entre los camiones y los violentos. «Los principales medios de comunicación, que han ignorado Gezi durante estas semanas, han retransmitido hoy en directo desde primera hora, incluso hay imágenes que muestran a los violentos comunicándose por radio».

Hakan Günay, profesor de Ciencias Políticas, atribuye la maniobra de ayer al deseo del primer ministro de «desalojar la plaza a tiempo para poder usarla en su propio beneficio». El Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP), que Erdogan preside, ha convocado concentraciones el próximo fin de semana en Ankara y Estambul para contrarrestar las protestas de cientos de miles de personas de las últimas dos semanas. «Necesita la plaza para cumplir su promesa de que si nosotros reunimos a 20 personas, él puede reunir a 200.000», asegura Günay.

Los incidentes de ayer, que también incluyeron el arresto de 73 abogados que habían declarado públicamente su apoyo a las protestas, sembraron la duda sobre si Erdogan y los manifestantes se reunirán hoy finalmente. «Después de este ataque, no sé si hay cabida para el diálogo», explicó la documentalista Zeynep Dadak, también componente de Taksim Solidaridad.

«Nosotros -añadió- no abandonaremos Taksim hasta que se cumplan nuestras peticiones, que son justas y legítimas: libertad para los detenidos, dimisión de las autoridades responsables de la violencia policial y la declaración oficial de que el parque seguirá siendo zona verde».

Vea una fotogalería de los choques turcos en http://www.e-periodico.es