Análisis
Las palabras mágicas de la seguridad nacional
Albert Guasch
Periodista
ALBERT GUASCH
«Si lo hace un presidente, no es ilegal».Daniel Ellsberg, analista militar que se hizo célebre por proporcionar alTheNew York Timeslos famososPapeles del Pentágonoen 1971 sobre los abusos de EEUU en Vietnam, ha recordado esta semana esa especie de eslogan tras el que se solía escudarRichard Nixon.Luego se dio cuenta de que no era exactamente así, que un presidente de EEUU no es un monarca. Lo aprendió con elWatergate.Ellsberg,al que el Gobierno deNixonllevó ante la justicia por la filtración, ha asegurado que de haberse ido de la boca en la actualidad, sospecha que no habría sido exonerado como le ocurrió entonces. «Estoy seguro de que el presidenteObamahabría buscado una cadena perpetua en mi caso», ha manifestado.
Ellsberges uno de los críticos más acerados del denodado empeño de la Administración demócrata por cazar a funcionarios predispuestos a filtrar material secreto a la prensa. Sus embestidas se producen en el contexto del juicio marcial al canijo soldadoManningpor abarrotar los discos duros de Wikileaks con confidencias de la diplomacia estadounidense. También embiste por las intercepciones a periodistas de la agencia AP y de la Fox. Aún no sabíaEllsbergal reprender aObamade las revelaciones de ayer sobre el registro masivo de las llamadas de los millones de clientes de Verizon. Le reafirmaría en su creencia de que nada de lo que hace este presidente parece ilegal.
No esEllsbergel único que clama al cielo. También se ha escandalizado el exvicepresidenteAl Gore, quien ha reclamado que la privacidad sea una prioridad. Y el montón de grupos de defensa de los derechos civiles. Y los medios de comunicación más políticamente concienciados. Pero da la impresión de que la opinión pública estadounidense, en su mayoría, no se ha sentido especialmente ofendida por el nuevo asalto judicialmente amparado a la esfera privada. Como si ya estuviera de vuelta de este tipo de ruido. Aceptación resignada.
Cuando elUSA Todayreveló en el 2006 que la Agencia de Seguridad Nacional, en la eraBush, recogió datos de millones de clientes de las compañías AT&T, Verizon y BellSouth con el objetivo de detectar actividades terroristas, se produjo cierta escandalera. Ahora, 12 años después del 11-S, la seguridad se mantiene como una magnífica coartada para las agencias de espionaje para husmear en cualquier rincón, en cualquier móvil, en cualquier disco duro. «Hay una gran tolerancia si las palabras mágicas 'seguridad nacional' son invocadas», ha declaradoEllsberg.
En nombre de la seguridad, ahora sabemos que no hay ninguna llamada irrelevante. De nadie.
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