El gol que coló Videla

La dictadura argentina utilizó el Mundial de fútbol del 78 como escaparate propagandístico para tapar las atrocidades

Videla, en el centro, con Massera, a la derecha, celebra los goles argentinos

Videla, en el centro, con Massera, a la derecha, celebra los goles argentinos / periodico

ABEL GILBERT / Buenos Aires

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"Morirán todos los que sean necesarios", había prometido el teniente general Jorge Rafael Videla, antes de asaltar el poder, el 24 de marzo de 1976. Y sus palabras se hicieron carne lacerada. Tenía la voz anodina. Nunca se le escuchó levantarla en público. Esa máscara de seriedad marcial dejaba escapar muy pocas veces una mueca de alegría o desarreglo emocional.

Hay un solo momento en la trágica historia argentina en el que el dictador puede verse fuera de sí. Ocurrió a fines de junio de 1978, durante la final de la Copa del Mundo de fútbol de 1978, entre la selección que dirigía César Luis Menotti, y la de Holanda. El partido concluyó 3-1. Argentina se quedó con el trofeo. Videla fue fotografiado gritando el gol, con los brazos abiertos, al igual que el temible almirante Emilio Massera, con quien disputaba el control de la Junta Militar.

Al día siguiente, Videla salió al balcón de la sede de Gobierno para saludar a los que seguían festejando el título. El Mundial, sostuvo el comentarista Marcelo Araujo, había servido para demostrarle a Europa que las denuncias de gravísimas violaciones de los derechos humanos eran una "insidiosa propaganda motorizada por las organizaciones subversivas y los ingenuos de siempre". Los argentinos habían salido por millones a las calles a celebrar la victoria en medio de "una calma inmaculada".

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