El desmesurado evangelio de Hugo Chávez

El desaparecido líder venezolano, que supo tocar las fibras de la reivindicación social, deja un legado marcado por los excesos

Hugo Chávez descubre una imagen de Simón Bolívar en Caracas, en julio del 2012.

Hugo Chávez descubre una imagen de Simón Bolívar en Caracas, en julio del 2012. / CGR/DH

JUAN VILLORO / Barcelona

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El principal recurso del fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez fue el carisma. Jamás rehuyó un gesto escenográfico. A su franqueza expresiva agregó la retórica del comentarista deportivo, del predicador evangélico y del populista latinoamericano. En un país arrasado por la pobreza, donde los partidos tradicionales habían convertido la democracia en una oportunidad de hacer negocios para jubilarse en Miami, supo tocar las fibras de la reivindicación social.

Pero no hay caudillos sin excesos. Chávez bebía 26 tazas de café hasta que el médico se las redujo a 16. Su organismo transformaba cafeína en un torrente de palabras y su programa 'Aló presidente' fue la maratónica tertulia de la patria. Durante horas, respondía a las demandas de los pobres, menos como estadista que como profeta pastoral. Simpático y dicharachero, aniquilaba todo protocolo.

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