El complejo laberinto heleno

El fuego neonazi griego

Amanecer Dorado asume el legado de la Junta Militar de los 60 y 70 y pesca en la furia por la crisis

El líder de Amanecer Dorado, Nikolaos Michaloliakos, flanqueado por guardaespaldas, a su llegada a un hotel ateniense para una rueda de prensa.

El líder de Amanecer Dorado, Nikolaos Michaloliakos, flanqueado por guardaespaldas, a su llegada a un hotel ateniense para una rueda de prensa. / periodico

ANDRÉS MOURENZA / Atenas

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«Veni, vidi, vici». Apropiándose la frase de Julio César, el líder del movimiento neonazi Amanecer Dorado (AD), Nikolaos Mijaloliakos, celebró los resultados logrados el domingo: un 7% de los votos y 21 diputados. Este exmilitar del Ejército griego ha sabido esperar a que las aguas llegasen al punto justo de ebullición.

En 1967 tomó el poder una Junta militar de «coroneles de ultraderecha singularmente estúpidos, caracterizados por su afición a torturar», según los define el historiador Eric Hobsbawm. Estaba dirigida por Yorgos Papadópulos, colaboracionista de la ocupación nazi en Grecia. Pero entonces, en plena guerra fría, poco importaba el pasado y la Junta fue sostenida por EEUU, en su política de apoyar a movimientos ultraderechistas como contrapeso a la izquierda, de la que temían que alterase los equilibrios geoestratégicos.

Desde adolescente, Mijaloliakos se movió cerca de la Junta. Militó en la organización de apoyo ateniense a la banda armada chipriota EOKA-B (anticomunista y antiturca), que con apoyo de los coroneles griegos dio un fracasado golpe de estado en Chipre en 1974, precipitando la invasión turca del tercio norte de la isla y la caída de la Junta en Grecia. Mijaloliakos fue arrestado por agredir a periodistas y por tenencia ilegal de explosivos y durante su paso por la cárcel coincidió con el exdictador Papadópulos. Según diversos analistas griegos, este le encargó la continuación de su legado.

«NOS HAN INVADIDO» / Amanecer Dorado surgió como una revista en 1980 con una esvástica en la portada de su primer número. Desde entonces, Mijaloliakos trató de organizar a varios movimientos nazis que no pasaban de ser pandilleros dedicados a dar palizas a militantes de signo político opuesto. Eso sí, mantuvo sus relaciones internacionales y envió a sus matones a combatir en la guerra de Bosnia al lado de los serbobosnios.

Hoy en Grecia habitan más de un millón de inmigrantes, muchos en situación irregular, que se ven atrapados en el país por las normativas europeas. El discurso sobre la cuestión migratoria es claro. «Nos han invadido. Nos están quitando los trabajos. Son todos criminales», explica el portavoz de AD, Ilyas Panayotaros, que da cuenta de su idea de la superioridad racial: «Los griegos que emigran son diferentes. Nosotros somos una de las naciones más inteligentes del planeta. Allá a donde vamos tenemos éxito».

Y ahora que la crisis atenaza a Grecia y trabajadores y clase media han sufrido un duro retroceso en sus condiciones de vida, el mensaje de AD ha calado, entre otras cosas gracias a la caja de resonancia que le han ofrecido socialdemócratas y conservadores. Estos, supuestamente para evitar el triunfo neonazi, han entrado en el juego de caracterizar a los inmigrantes directamente como «delincuentes» sin hacer nada por solucionar los problemas derivados de la inmigración. Y no han hecho sino ofrecer más carnaza a la gente de Mijaloliakos.

«Además, los militantes de Amanecer Dorado ofrecen protección a la gente en los barrios problemáticos, reparten comida y patrullan las calles», explica el politólogo griego Georgios Glynos: «Tratan de convertirse en lo que es Hezbollá en el Líbano».

El número de ataques a los inmigrantes en Grecia se ha multiplicado en los últimos años y los movimientos sociales acusan a AD de estar detrás de ellos, pero muy pocos se ponen de acuerdo sobre una eventual ilegalización del grupo: «No hay consenso sobre este punto, lo que está claro es que promover la violencia racista es un delito y la ley debe hacerse cumplir», opina el presidente de la Comisión de Derechos Humanos griega, Kostis Papaioannu.