El nuevo escenario europeo
La derecha busca evitar que las legislativas sean una debacle
Sarkozy pide a su partido que se presente unido ante los comicios de junio
No está todo perdido. Quedan las legislativas del próximo mes de junio. Con esta consigna afrontó ayer la Unión por un Movimiento Popular (UMP) la derrota de su líder, Nicolas Sarkozy, en un intento salvar los muebles y evitar que las divisiones en el partido acaben en desmembramiento. Aún calientes las brasas de la campaña presidencial, empezó la carrera parlamentaria.
Mientras en las filas socialistas se multiplicaban los llamamientos a la movilización para que la victoria de François Hollande se traduzca en una mayoría absoluta en el Parlamento, la derecha también puso la proa hacia la siguiente cita con las urnas, el 10 y el 17 de junio. Aunque al celebrarse justo después de las presidenciales lo más probable es que la ola del cambio se mantenga, el riesgo de una cohabitación no puede descartarse. La UMP jugará a fondo esta carta. «Hay que evitar que la izquierda tenga todo el poder, es necesario un reequilibrio», proclamó la portavoz de Sarkozy, Nathalie Kosiusko-Morizet. La derecha llama a evitar que los socialistas puedan aprobar en el Parlamento el derecho a voto de los inmigrantes en las municipales, como ha prometido Hollande.
PACTO CON EL FN/ Se trata de una empresa difícil, puesto que el avance de la ultraderecha complica las cosas a la UMP. El sistema francés -a dos vueltas- enfrenta en el segundo asalto a los candidatos de cada circunscripción que hayan obtenido más del 12% de los votos. Si mantiene sus 6,4 millones de electores, el partido de Marine Le Pen pasará a segunda vuelta en más de 300 circunscripciones. Esto divide a los votantes de la derecha en beneficio de la izquierda, a no ser que la UMP alcance un pacto con la ultraderecha para que el candidato peor situado de las dos formaciones se retire en favor del otro.
Algunos diputados de la UMP, como Jean-Paul Garraud, ya se han manifestado en favor de un acuerdo de este tipo. Otros, como la exministra Chantal Jouanno, consideran inadmisible cualquier pacto con un partido que juzgan al margen de los principios de la República. La UMP, ya muy fisurada por el acercamiento de Sarkozy a las tesis de la ultraderecha, no saldría entera de este trance. Le Pen lo sabe, y siembra la cizaña para quedarse con una parte del pastel. Consciente de la delicada situación, Sarkozy, que dejó claro a los suyos que no liderará la campaña de las legislativas, pidió al partido que se mantenga «unido». Pero todo indica que el daño está hecho.
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